_
_
_
_
_

Barceló realizará en Mallorca su primera exposición personal desde 1982

Presentará en junio 50 cerámicas en el Museo March de Palma

Barceló regresa a la tierra. No acabará el milenio sin que Miquel Barceló (Felanitx, 1957), desde hace más de una década en el frontis del arte contemporáneo internacional, se presente, por primera vez desde 1982, con una parte de sus creaciones plásticas en su propia isla de Mallorca. Como si fuera un estreno, se ha preparado una muestra precisamente con tierras del lugar: arcillas y barros y también gres, hasta medio centenar, que configurarán además la primera exhibición individual exclusiva de cerámicas, casi esculturas.

Trabajadas el pasado verano en la vetusta alfarería de Murtró de Artà, las piezas se instalarán a partir del próximo día 22 de junio en el Museo March de Arte Contemporáneo Español de Palma, en una primera producción que luego, en febrero del 2000, viajará al Museo de Cerámica de Barcelona.Además de su público reencuentro mallorquín, Barceló expondrá en el otoño de 1999 en el Museo Reina Sofía de Madrid dos décadas de sus cuadernos de dibujos y trabajos sobre papel. Allí se celebrará un antológico recorrido en torno a su obra dibujada, desde 1980 hasta hoy, que indaga Enrique Juncosa y que luego pasará a Suramérica, empezando por São Paulo y Montevideo. Al mismo tiempo, el rotundo autor mallorquín instalará una doble muestra de pintura y cerámica, que se verá en paralelo en sendas galerías de Nueva York, en un regreso a una de las esquinas evidentes de su historia personal.

En abril del 2000, el Museo de Artes Decorativas de París abrirá las salas a una nueva completa muestra de la pintura de Miquel Barceló, un vecino más o menos cíclico y estable de la capital francesa, donde habita temporalmente y mantiene uno de sus tres talleres, además de los que tiene en sus otros centros de vida y trabajo de Mallorca y Malí.

La colección que interrumpe su divorcio expositivo con Mallorca -donde en 1986 juntó su obra a una colectiva de paisajes con Kiefer, Cucchi y Schnabel-, Barceló la trabajó en el verano pasado con la ayuda del alfarero de Artà Jeroni Ginard de Can Murtró. El artesano prepara las formas básicas y rústicas con el fango y luego enciende con leña el horno del tejar que emblanquece la cerámica cruda a 1.100 grados.

El pintor se ha sumergido a lo largo de muchas semanas en el empeño de experimentar y crear formas en blando, sin brochas de colores, vidriados o barnices exagerados, sin añadidos o compongos con objetos: los vegetales, los cráneos y rostros, a veces juegos de cuerpos y máscaras, emergen y se amontonan, tras una especie de selección natural. Algunas piezas más tarde las funde y protege para transformarlas, con otra pátina y dureza, en esculturas de bronce.

"Es importante cómo con la cerámica Barceló retorna y transforma", explica la especialista y su colaboradora Amelie López Aranguren, "usando las formas tradicionales y artesanas, hasta llegar al mismo fondo de lo que es su pintura; recicla y construye su iconografía habitual: platos de pescado, verduras, caras y calaveras".

Toni Casasnoves, del equipo rector del Museo de Cerámica de Barcelona, ha preparado con el pintor y con los técnicos de exposiciones de la Fundación Juan March la muestra y la selección del medio centenar de piezas que se verán en Palma entre junio y mediados de octubre.

En el último trimestre del año pasado, hasta 36 piezas moldeadas en arcilla de Barceló se vieron -mezcladas con dibujos- en la exposición que realizó en la iglesia de Santa Eulalia dei Catalani de Palermo (Sicilia), y meses antes, en el Macba de Barcelona, se reunió también un grupo cerámico.

La sala de exhibición del Museo March es limitada y fue montada para acoger habitualmente la larga serie de grabados de la Suite Volard, de Picasso. Luego, periódicamente, ha recibido en sus paredes las obras de Frank Stella, Delvaux o Manolo Millares. Barceló es el primer artista español vivo que expondrá en el Museo de Palma, que mantiene su colección permanente de síntesis del arte del siglo.

Con anterioridad, en Mallorca han fracasado los intentos no demasiado concretos de diferentes consejerías insulares y regionales, ayuntamientos, universidad, fundaciones y varias galerías privadas para que el paisano universal Miquel Barceló apareciera rodeado con sus obras, como el artista ya famoso al que se celebra en su tierra. La isla es su infancia, su paisaje y una lejana referencia, pero él prefiere seguir habitándola más bien como un anónimo, un insular alejado.

Los gestos del artista

Desde 1982, el pintor Miquel Barceló no ha expuesto individualmente en Mallorca, donde ha mantenido una abierta posición de militancia contra la política de aire caciquil que ha propiciado la destrucción de la naturaleza y ha intentado la uniformidad estético-cultural por inhibición de las instituciones. Éstos son estilos ante los que Barceló ha efectuado variados desplantes.Cuando era un genio sólo conocido por los amigos ocupó la isla de Sa Dragonera para intentar frenar su urbanización. Una parte esporádica del poco arte de Barceló que se ha visto en Mallorca está reflejada en los varios carteles militantes y panfletarios, así como las donaciones solidarias que ha firmado para alentar movilizaciones en contra de proyectos turísticos desmesurados y ante la destrucción de los espacios naturales vírgenes. En paralelo, ha prodigado ausencias y desplantes en encuentros socioculturales, convocatorias con el poder o fiestas.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_