El sistema de subvenciones al lino

El cultivo de lino está sometido a la regulación comunitaria para este mercado, en el que no hay techos ni cuotas de producción. Ello significa, de momento, que cada agricultor puede poner cuantas hectáreas quiera y percibir íntegramente las ayudas comunitarias -entre 102.000 y 120.000 pesetas por hectárea, según las diferentes calidades- siempre que la producción cumpla las condiciones de calidad exigidas por la Unión Europea. Para tener acceso a la ayuda, al tratarse de un cultivo con transformación industrial, es preciso que el agricultor tenga suscrito un contrato para entregar su producción a una industria.

Para cobrarla también es indispensable que utilice una dosis mínima de 100 kilos de semilla de siembra por hectárea. Éste es un obstáculo que frena a muchos, ya que el kilo vale unas 300 pesetas. Sería también una razón por la cual cientos de agricultores optan por arrendar a medias sus tierras con una industria que les proporciona la semilla y les paga con el 50% de la subvención. Asimismo, es preciso que la planta llegue al estado de floración y se deje un rastrojo de 10 centímetros para asegurar que ha existido cosecha.

Junto a estos controles en la producción, para cobrar el 100% de la ayuda es indispensable, desde esta campaña, que el agricultor entregue por hectárea un mínimo de 1.500 kilos. En la pasada era de 1.000 y anteriormente no existía ninguno. Si no llegase a los 1.500, el agricultor sólo cobraría el 35% de la ayuda.

Esta exigencia de mínimos, como con otras producciones, puede dar pie a que agricultores o industrias utilicen un sistema de compensaciones y que lo que entregue de menos un cultivador se compense con lo que otro entregue de más. Estas compensaciones no se suelen hacer gratis, sino previo cobro de una cantidad al que se ha quedado por debajo de lo estipulado.

En la campaña actual se esperan 3.600 peticiones de ayuda para 91.000 hectáreas, con una subvención total estimada en unos 10.000 millones de pesetas.