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La guerrilla ataca y borra del mapa un pueblo de Colombia en vísperas de retomar el diálogo

Del asedio guerrillero no se salvó ni la iglesia. El párroco habla de "sacrilegio": no se respetó ni el sagrario. Las armas utilizadas fueron bombas compuestas por más de 300 litros de nitroglicerina, que los insurgentes hicieron estallar este lunes dentro de las alcantarillas de San Francisco, al noroeste del país, tras obligar a la población a huir: destruyeron casas, comercios, cuarteles, escuelas, la iglesia. Hasta una tanqueta del Ejército, que acudió desde una base cercana para apoyar a la policía, voló en pedazos y murieron sus tres ocupantes.

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Los medios colombianos asimilaron el horror que se vive en Kosovo, Yugoslavia, con la realidad de guerra que se vive desde hace décadas en Colombia. Los dos grandes diarios del país, El Tiempo y El Espectador, coincidieron en su nota al pie de una foto -publicada en primera página-, que muestra un pueblo completamente destrozado: "No es Kosovo; es San Francisco, Antioquia", dicen los dos periódicos.La imagen muestra a esta población del nororiente antioqueño, que quedó destruida después de la incursión conjunta, el pasado lunes, de los dos principales grupos guerrilleros del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Horas antes del ataque, los guerrilleros alertaron a la población para que abandonara sus casas, porque "lo vamos a volar todo". "Vamos a abandonar San Francisco y le vamos a dejar el campo libre a la guerrilla para que convierta esto en un campo de batalla", dijo el alcalde, Francisco Duque.

El ataque a San Francisco se dio en vísperas de cumplirse cinco meses del despeje -la retirada de la tropa de una zona de 42.000 kilómetros cuadrados al sur del país-, para facilitar el diálogo con las FARC.

En estos 150 días, sin embargo, el único resultado visible ha sido el que la guerrilla ha impuesto su gobierno en este retazo de Colombia.

Calma en el Gobierno

Mientras se exigen resultados, el Gobierno parece tomarlo con calma. Ayer, el alto comisionado para la paz, Víctor G. Ricardo, y los miembros de la comisión de paz del Congreso se sentaron de nuevo frente a frente con los negociadores de las FARC. Se plantearon básicamente dos temas: el asesinato, hace un mes, de tres indigenistas norteamericanos y el canje de más de 300 miembros de las Fuerzas Armadas por los guerrilleros que están hoy en prisión.El asesinato de los estadounidenses ha minado políticamente a las FARC y podría suponer una factura aún mayor: ya le costó el retiro del respaldo ofrecido inicialmente por Estados Unidos al proceso de negociaciones y llevará a los insurgentes debilitados a la mesa de diálogo.

Una nota confidencial de la revista Cambio, que circula esta semana, asegura que hay un "agrio debate" en el interior de las filas del grupo insurgente. Un grupo de dirigentes le pidió al Mono Jojoy, segundo hombre al mando de las FARC, que se mantenga al margen de las investigaciones contra su hermano Grannobles, señalado por muchos como el autor intelectual del crimen contra los indigenistas.

Los diálogos están congelados desde el pasado l9 de enero por decisión de las FARC. Los guerrilleros le dieron al Gobierno hasta el próximo 20 de abril de plazo para mostrar resultados en la lucha contra los grupos paramilitares.

Pero los paramilitares anunciaron ya que el próximo 2 de mayo iniciarán una ofensiva para "recuperar" la zona despejada por el Ejército y que para eso están entrenando un comando especial de 50 hombres. Así lo anunció el comandante Gonzalo al noticiero 24 Horas.

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