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La flota de bajura sólo pescó 50 toneladas de anchoa en el primer mes de campaña

Los arrantzales volverán a echarse a la mar hoy, después de varios días de fiesta, en busca de una anchoa que de momento parece resistirse a entrar en las redes. Transcurrido un mes desde el inicio de la costera de primavera, tan sólo se han capturado 50 toneladas de anchoa frente a los 280 del año pasado. Una cantidad, la registrada por estas fechas durante la pasada campaña, nada habitual por excesiva y que se vio truncada por una recogida en el mes de abril que fue calificada de "catastrófica".

Sin embargo, en opinión del presidente de la Federación de Cofradías de Guipúzcoa, Jaime Tejedor, lo normal es que la anchoa no aparezca "hasta el día de la República", el 14 de abril, cuando desaparezca de los caladeros el verdel, "un feroz enemigo de la anchoa, que le obliga a vivir en las profundidades del mar". Durante la campaña pasada la flota vasca capturó 3.061 toneladas de anchoa y 15.160 toneladas de verdel. Los 250 barcos que participan en las costeras de la anchoa y el verdel -de los que 140 pertenecen a las cofradías de Guipúzcoa y 110 a las de Vizcaya- han capturado de momento un tipo de anchoa pequeña, que se ha vendido bastante cara por la escasez del género, a un precio que ronda las 600 pesetas el kilo. El precio medio de venta del año pasado fue de 520 pesetas. De momento no ha llegado a puerto esa anchoa grande que genera mayores ingresos porque permite que entren en liza en su comercialización las conserveras. En este tipo de pesca de bajura confluyen dos flotas. Por un lado la de anzuelo, que se dedica básicamente a la pesca de verdel, y la de cerco, que combina la captura de este pescado denostado hace cinco años, que no llegaba al consumidor o se devolvía al mar, y la anchoa. Los arrantzales partirán hoy en busca de este pescado tan preciado que habitualmente llega del este rumbo a occidente y suele adentrarse conforme pasan los meses hacia la costa, hasta llegar a sus caladeros después de cinco horas de navegación a 30 o 40 millas de la costa. Ya no se toparán con los barcos franceses que desde el pasado 20 de marzo y hasta el próximo 1 de junio deben dejar de faenar en los caladeros de la anchoa con sus redes de malla a la deriva (volantas), distintas a las que utilizan los barcos de bajura del Cantábrico. En vísperas de Semana Santa, los pesqueros tuvieron que regresar a puerto en más de una ocasión con sus bodegas repletas de verdel, un pescado que cuando sube a la superficie propicia unas capturas desmedidas. La crisis que padecen los países del Este ha provocado que la comercialización de este producto cuyo auge se debió hace cinco años a las exportaciones a estos países e incluso a Asia (fresco o congelado) y ha ocasionado que la demanda sea un 70% inferior a la del año pasado y su precio haya descendido de las 55 pesetas el kilo a 30 pesetas.

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