El poeta José Hierro y el novelista Isaac Montero ganan los premios de la Crítica
Manuel Rivas obtiene el galardón de la narrativa gallega por 'O lapis do carpinteiro'
El poeta cántabro José Hierro, de 77 años, con Cuaderno de Nueva York, y el escritor madrileño Isaac Montero, de 62, con su novela Ladrón de lunas, ganaron ayer los premios de la Crítica en lengua castellana en poesía y narrativa, respectivamente. Estos premios, que se conceden desde 1956, no tienen dotación económica, pero suponen un gran apoyo en la carrera literaria de cualquier autor.
José Hierro, que recibió hace 18 años el Príncipe de Asturias, en 1990 el Nacional de Poesía, en 1995 el IV Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana, el más importante en el ámbito poético español, y este año el Cervantes, ha sido el único autor que recibe tres veces el premio de la Crítica.
Ayer, tras conocer la noticia, declaró que en la actualidad no trabaja sobre ningún libro y que lo que le obsesiona estos días es la redacción de su discurso para la gala del Cervantes. "Pensaba escribirlo en tres folios, pero me di cuenta de que mejor era dejarlo en dos. Y ahora estoy pensando que es mucho mejor contarlo todo en uno. Es que lo repaso y vuelvo a repasar, como si fuera un poema".
Isaac Montero, por su parte, declaró que trabaja sobre un relato "corto", de unas 160 páginas, que está a punto de concluir, y una novela de "largo aliento" sobre la que prefiere no dar detalles.
"Los dos Antonios"
Ladrón de lunas, publicado por la editorial Taller de Mario Muchnik, discurre entre abril de 1939 y enero de 1945, y cuenta la historia de un hombre que se llama a sí mismo "los dos Antonios". Toda la obra fluctúa entre la vida de un vencedor, falangista, y la de un vencido, oficial republicano, que son la misma persona, aunque viven en hogares distintos.
"He pretendido reflejar la profundidad de las heridas de la guerra en la historia de España. Y para eso, la novela es el género ideal. Permite mostrar la corriente de la vida como si fuera un río, y al mismo tiempo, darla visión que los pececillos tienen del flujo de ese río".
La obra, que cuenta con más de 700 páginas, ha sido menguada antes de entregarla al editor. "He renunciado a muchas páginas. Y no ha sido difícil hacerlo. Lo más difícil para un autor es aceptar que algo que acaba de escribir y que está bien, no encaja en la novela".
Montero confiesa que durante los cuatro años en que ha estado escribiendo su obra el título siempre fue Jardín a dos casas. Una vez concluida, el editor le sugirió que buscara otro título, y entonces, "en el último minuto", se le ocurrió Ladrón de lunas, cuyo sentido se deja ver desde el primer párrafo de la página 13, donde se nana: "Pensé que los hombres escondemos siempre las tierras cálidas en nuestro corazón, tal vez porque ignoraba entonces un refrán inglés hecho a la medida de los ilusos como yo: 'Quien tiene dos mujeres pierde su alma, quien tiene dos casas pierde su vida'. (En la tierra caribeña donde al fin me perdí lo escuché envolviendo otra condena con igual arte: 'Ladrón de lunas, corazón del diablo'.)"
El de narrativa en lengua gallega ha correspondido a Manuel Rivas por O lapis do carpinteiro (El lápiz del carpintero), una historia de amor en plena guerra civil, de la que se han vendido más de 100.000 ejemplares en España. Ha sido publicada en las principales editoriales de Europa y será adaptada al cine por Manuel Gutiérrez Aragón.
El de poesía gallega lo obtuvo la estudiante de Filología Yolanda Castaño por Vivimos en el ciclo de las Erofanías. En prosa vasca fue premiada Las horas del orfebre, de Pako Aristi, y Kartografia, en verso, de Ricardo Arregi. En poesía catalana ganó Vivir después, de Carles Torner, un ciclo de 31 poemas en torno a la guerra en Yugoslavia, que plantea cómo vivir después de los horrores. Y en prosa catalana venció El cambio, del mallorquín Miguel Bauçá, un diccionario con estructura de novela, o al revés, o tal vez ni lo uno ni lo otro.
Bauçá, profesor de latín, de 59 años, fue calificado por el propio jurado como una persona "insólita", "un auténtico enigma". Desde que publicó su primer libro hace 30 años, Bauçá vive como un eremita en el centro de Barcelona. Se relaciona con su editorial y con su familia a través de un apartado de correos. Esta semana, cuando la revista catalana Serra d'Or le concedió un premio, Bauçá apareció en público por primera vez en muchos años. Pero nada más llegar al acto, se acercó a su editor y le dijo: "No conozco a nadie y no quiero conocer a nadie". Le pusieron la distinción en el ojal y se marchó.
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