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CRISIS EN LA UE

Prodi, Solana o "una sorpresa", candidatos para Bruselas

Xavier Vidal-Folch

Schröder calló ayer sus preferencias sobre el nombre del sucesor de Santer. "Y no es por falta de fantasía, que la tengo", ironizó el canciller alemán. El problema es enrevesado: si se elige a alguien para acabar el actual mandato (quedan nueve meses) y se quiere que luego opte a otro nuevo, lo lógico es hacerlo en junio, siguiendo el Tratado de Amsterdam. Si sólo se cubre hasta el próximo enero, lo propio es mantener a Santer, o nombrar al vicepresidente que ocupa la segundogenitura semestral, el británico Leon Brittan. También suena el comisario de la Competencia, el belga Karel Van Miert. ¿Hay alternativa externa de alto nivel para tan poco tiempo? Muchos lo dudan. Para un mandato de cinco años, se postula desde hace muchos meses el ex presidente del Consejo de ministros italiano, Romano Prodi, con el apoyo del actual primer ministro Massimo D"Alema, quien le prefiere ver bien lejos de Roma. Su nombre surgió con fuerza, pero se ha deshinchado algo desde que creó un nuevo partido para competir en los comicios de junio, lo que amenaza con mermar el consenso interno que requiere para encaramarse al éxito. Las ventajas que tiene: fue jefe de Gobierno y viene de Italia, país que se queja de ostentar pocos puestos de relevancia internacional.

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A diferencia de Prodi, el español Javier Solana no es candidato oficial, pero suena con insistencia en las cancillerías. Su mandato como secretario general de la OTAN acaba en diciembre. Aporta excelentes relaciones políticas y personales con Moscú y Washington; el apoyo de los candidatos de la Europa oriental a la ampliación, la próxima gran apuesta de la UE; y su personalidad pragmática y discreta, mucho más activa que la de Santer sin llegar a la audacia de Jacques Delors.

El favorito inicial de José María Aznar, el portugués Antonio Guterres, no está por la labor. Y el holandés Wim Kok o el alemán Oskar Lafontaine incumplen alguno de los tres requisitos que ahora tocan para suceder a un democristiano de país pequeño y del Norte: ser socialista, de país grande y del Sur. Queda la sorpresa o la fantasía.

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