Gil-Robles califica el informe de "riguroso y ponderado" y Santer de "vergonzoso"
Bruselas vivió ayer una jornada dramática y frenética. La caída de la Comisión Europea ha estallado como una bomba política y ha desatado la polémica: ¿ha caído bajo el peso de un informe "riguroso y ponderado" que pone al descubierto sus carencias o la dimisión se ha debido a los efectos políticos de un texto "desequilibrado y vergonzoso" realizado desde el purismo y la inquisición? El presidente del Parlamento Europeo, José María Gil-Robles, defendió ayer la primera opción. El dimitido Jacques Santer y sus comisarios se inclinan por la segunda.
Todos querían hablar ayer en Bruselas. Desayunos, ruedas de prensa, cafés en privado... La dimisión en bloque de la Comisión Europea, arrastrada por el efecto de las drásticas conclusiones del Grupo de Sabios, ha conmocionado la política europea. Y ha abierto también la caja de las críticas contra los cinco expertos que han emitido una sentencia condenatoria basándose en un puñado de casos concretos.Jacques Santer bajó ayer de nuevo a la arena. La víspera lo había hecho a media noche, digno pero patético, para leer un escueto comunicado. Algunos comisarios echaron en falta en sus palabras nocturnas una descalificación del informe que les había arrastrado a la dimisión colectiva. Ayer se pudo ver a un Santer diferente. Agresivo ( "a toro pasado todos somos más inteligentes", llegó a responder con cara de pocos amigos), cáustico ("ésa es la típica pregunta británica..."), serio pero sin regatear socarronería. Un Santer muy distinto al político timorato y cauto que ha arrastrado a la Comisión a los infiernos de la dimisión al poner su continuidad en manos del dictamen que emitieran cinco profesores pulcros. Ayer renegó de ellos: "Hemos dimitido porque nos comprometimos a asumir el dictamen. Porque había que salir del marasmo y del clima malsano que se había creado. Pero eso no quiere decir que estemos de acuerdo con las conclusiones".
"Es injusto resumir casi cinco años de gestión en apenas seis casos de los que cuatro sucedieron antes de 1995 y, por tanto, cuando la Comisión la formaba otro equipo", espetó. "Quiero dejar muy claro que todos los comisarios han sido absueltos de las acusaciones de corrupción", puntualizó.
Y, sobre todo, renegó de las conclusiones generales de los sabios. "Estoy conmocionado por el tono de las conclusiones de un informe que rechazo y que da una imagen de irresponsabilidad generalizada que es falsa", añadió. "Decir que en la Comisión nadie controla nada y nadie se responsabiliza de nada es vergonzoso. Es una ofensa para miles de nuestros funcionarios y agentes", subió el tono. El problema radica en la disparidad que hay entre las conclusiones que los sabios dictaminan sobre cada uno de los casos particulares, en los que tan sólo la comisaria Edith Cresson se ve personalmente acusada de nepotismo y duramente criticada por su gestión del programa Leonardo, y la lapidaria conclusión de desbarajuste que describen en sus conclusiones generales. Son éstas, en las que se percibe una administración caótica, lo que ha convertido el informe en dinamita. "Hemos caído en la trampa", se quejó amargamente el comisario de la Competencia, Karel van Miert. "Lo peor es la generalización y la amalgama que se ha hecho de 10años de gestión de la Comisión", lamentó el responsable de Asuntos Monetarios, Yves-Thibault de Silguy.
Las vestiduras rasgadas en la Comisión contrastaron con las palabras de encomio del Parlamento Europeo. "Comparto la opinión que expresaron de forma absolutamente unánime los jefes de los grupos parlamentarios que agradecieron al Grupo de Sabios la calidad, rigor y ponderación de su dictamen", opinó el presidente de la Cámara, José María Gil-Robles.
Evitar la polémica
El canciller Gerhard Schröder no quería entrar en la polémica. "No estoy aquí para confirmar o no las opiniones del presidente de la Comisión y el presidente del Parlamento Europeo", declaró con cara de pocos amigos. Pero acabó decantándose del lado de Gil-Robles: "El informe tiene el suficiente peso como para provocar la dimisión".
No fue la única coincidencia. Ante algunas demandas de que también el Parlamento Europeo sea investigado por corrupción, canciller y presidente de la Cámara se opusieron a que otro Grupo de Sabios realice esa labor. Schröder se negó a "especular" en esa dirección. Gil-Robles porque los tratados no contemplan la posibilidad de que Comisión o Consejo controlen al Parlamento. "Y me parece bien porque en mi país durante muchos años el dictador controló la actividad del Parlamento", dijo. Y es ducho en la materia, como letrado que fue de las Cortes franquistas.
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