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Los exhibidores auguran que el decreto dejará a Cataluña sin las películas de Hollywood

El recurso de los exhibidores contra el decreto que impone cuotas de catalán al doblaje y la exhibición de cine basa su argumentación jurídica en que un reglamento "no puede inventarse" unas sanciones que la ley que desarrolla no prevé. "Es decir", añade, allí donde la Ley de Política Lingüística encomendaba a la Generalitat "favorecer, estimular y fomentar", el Ejecutivo ha adoptado la actitud de "coaccionar, tipificar y sancionar". Pero lo peor vendría con la aplicación del decreto. Las multinacionales de Hollywood podrían boicotearlo dejando a Cataluña sin cine doblado, ni en catalán ni en castellano.

El recurso del Àrea Catalana d"Exhibició Cinematogràfica, del bufete Cuatrecases, tras exponer el argumento jurídico, es un relato descriptivo de qué pasaría en las salas de cine catalanas de aplicarse el citado reglamento, cuya suspensión solicitan. Tras dejar claro que su impugnación "no responde a oposición alguna al objetivo de que el catalán se implante con más fuerza en el mundo cinematográfico", el texto explica con un lenguaje ajeno a los galimatías forenses por qué el Gobierno catalán, con este decreto, "ha demostrado un gran desconocimiento del sector" y "ha incurrido en voluntarismo ingenuo". Las películas norteamericanas y, en menor medida, las europeas representan el 91,78% del público de cine en Cataluña. "No sólo más del 91% de nuestros ingresos proceden de producciones extranjeras, sino que además ese material nos es suministrado en su mayoría por distribuidoras también extranjeras" que mantienen los derechos sobre los filmes y las condiciones en que han de exhibirse. "Las salas no disponen de los correspondientes derechos para alterar el producto que reciben". Por tanto, si las multinacionales se niegan a doblar las películas en catalán, las salas no podrán cumplir con un reglamento que les impone exhibir en catalán una cuarta parte de las películas dobladas. El texto advierte de que la política de estas multinacionales "no es ni mucho menos la de traducir sus películas a todas y cada una de las lenguas minoritarias de los países en los que operan, sino que únicamente doblan a un número muy limitado de idiomas: sólo cinco, entre los que, eso sí, se encuentra el castellano". "Ni en Dinamarca ven las películas en danés ni en Croacia en serbocroata. La actitud de esas multinacionales hacia el catalán no varía de la que mantienen hacia otras lenguas". El redactor del recurso explica que las salas ya han sido avisadas por las multinacionales "de que mantendrán la misma política comercial que hasta ahora en materia de doblaje". Es decir, que no están dispuestas ni a doblar los títulos de los que se distribuyan más de 16 copias en Cataluña, la frontera que marca el reglamento para imponer el doblaje al catalán. Así, se afirma en el recurso: "Se nos pondrá en la tesitura de que o aceptamos la traducción en castellano o no tendremos ni traducción, ni película". "Insistimos", prosigue, "en que las distribuidoras podrán permitirse una actitud de fáctica indiferencia al decreto por la sencilla razón de que reducir su presencia en Cataluña tiene una importancia muy relativa a escala mundial". Pero mientras que las multinacionales pueden prescindir del mercado catalán, las salas, radicadas en el territorio, no pueden " abandonar el mercado de Cataluña". "El regulador ha creído que bastaba con desearlo para que surgieran espontáneamente películas traducidas al catalán en el número y calidad deseable", sigue el texto, "la consecuencia es que en las salas nos encontraremos sin material suficiente que exhibir en catalán y, sin embargo, la obligación de exhibición sigue ahí, por ser esta obligación ajena a las circunstancias del mercado (...). Mucho nos tememos que con la aplicación del decreto impugnado (...) el ciudadano se va a quedar sencillamente sin cine traducido, ni al catalán ni al castellano". Por último, explica el redactor, en el caso de que las multinacionales acataran la cuota, como el coste de un doblaje repercute en las salas, resultaría más caro exhibir la misma película en catalán que en castellano (cuyo doblaje repercute en un número mayor de copias y salas). Y aclara: "Por tener películas en catalán, los catalanes deberemos pagar más por ir al cine".

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