Estocolmo volvió a cumplir con un rito iniciado en 1901
La ciudad de Estocolmo, y en particular la Casa de Conciertos donde tuvo lugar la ceremonia de entrega de los Premios Nobel correspondientes a 1998, se convirtieron ayer, fecha del aniversario de la muerte de Alfred Nobel, una vez más, en centro de atracción mundial. No por repetida esta ceremonia -que se ha cumplido puntualmente, salvo en algunas situaciones excepcionales, desde 1901-, lejos de agotarse en la rutina de un ritual que ha permanecido casi invariable, renueva cada año su interés, despierta polémicas pero consigue sus objetivos de poner a Suecia en el mapa del mundo y evocar la memoria de quien decidiera legar parte de su fortuna para invertir en valores cuyos intereses deberían ser "distribuidos cada año a título de recompensa a las personas que durante el año hubieran rendido los mayores servicios a la humanidad".Las disciplinas que Nobel mencionó explícitamente en su testamento fueron la Física, Química, Medicina y Fisiología, Literatura y "una obra de acercamiento entre los pueblos" que se convertiría posteriormente en el premio de la Paz.
Se ha atribuido a su amistad con la pacifista Bertha von Suttner, con la que polemizaba sobre las mejores vías para lograr la paz en el mundo, la inclusión de este premio. El testamento del benefactor no incluyó el premio de Economía, que fue creado en 1968 por el Banco Nacional de Suecia y cuya adjudicación ha estado frecuentemente marcada por la polémica.
Premiados
Los premiados de este año en física fueron Daniel Tsui, Host L. Störner y Robert Laughlin, de Estados Unidos, por su descubrimiento de que los electrones en un campo magnético fuerte forman una nueva forma de partículas con una mínima parte de la carga de los electrones. Ferid Murad, Louis Ignarro y Robert Furchgott lo fueron por sus investigaciones sobre la transmisión de las señales del monóxido de nitrógeno en el organismo; los químicos estadounidenses John Pople y Walter Khon (que no pudo viajar a recibir el premio por motivos familiares), por la investigación en métodos de cálculo en química cuántica y el desarrollo de la teoría funcional de la densidad, respectivamente.El economista indio Amartya Sen recibió el galardón por su contribución al análisis de la teoría del bienestar, y el escritor José Saramago, "por sus parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía".
Todos ellos recibieron en medio de grandes aplausos, de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia, la medalla y diploma que completan, junto con un cheque de 130 millones de pesetas, la dotación del premio. Por la noche tuvo lugar la cena y baile en el Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo, con la que culminó una semana con la presencia de los premiados en la capital sueca.
Babelia
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