Riana Scheepers relata la dura vida de las mujeres zulúes

La palabra zulú conjura la visión de la brava horda hormigueante y descalza que se desparrama veloz desde el inmenso horizonte africano para rodear y aniquilar al enemigo. Blood River, Isandlwana, Rorke"s Drift, Ulundi... La historia del pueblo zulú es en gran parte una sucesión de batallas y hasta prácticamente ayer -recuérdense las imágenes de los partidarios del partido zulú Inkatha armados de lanzas y escudos y abatidos a tiros en el asalto a la sede del Congreso Nacional Africano (ANC) en Johanesburgo, en 1994- no han dejado sus hombres de matar y morir aferrados a sus viriles tradiciones guerreras. Pero ¿y las mujeres?"La posición de la mujer en la sociedad zulú es lo más bajo que quepa imaginar; la cultura zulú es muy dura para las mujeres: el hombre lo es todo y la mujer, nada", explica la escritora surafricana Riana Scheepers (Vryheid, Natal, 1957), autora de un libro de impactantes y sensibles relatos centrados en las mujeres zulúes actuales (La cosa en el fuego), que acaba de publicar la editorial Icaria. "Lo que más me ha impresionado de las mujeres zulúes es que, a pesar de su existencia cruel, saben sobrevivir y salen adelante con enorme dignidad y sentido del humor". Continúa Scheepers: "El régimen del apartheid castigó especialmente a la mujer zulú, que se vio discriminada por negra, por mujer, por zulú y por pobre. Y sin embargo, la mujer es el factor decisivo en la estabilidad de la sociedad zulú, que, pese al proceso de democratización surafricano, apenas ha cambiado desde Chaka".
En las historias de Scheepers ocurren cosas estremecedoras: una mujer zulú se prostituye con camioneros en la ruta a Durban, una niña llega a un dispensario tras sufrir la ablación, una joven graduada muere en los disturbios de Natal... Violencia, miseria, humillación. Y sin embargo, la mujer zulú, subraya la escritora, conserva una gran carga de sensualidad que parece desprenderse del paisaje. La escritora, que escribe en afrikaans, no puede ocultar su admiración por la mujer zulú. Ella misma se considera una mestiza: se crió en tierra zulú, habla su lengua y remonta su vocación a las historias zulúes que escuchó cuando era una niña.
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