La UE decide levantar el embargo de carne británica por el mal de las 'vacas locas'
La Comisión Europea debe fijar la fecha en la que pueden reanudarse las exportaciones
/ LeicesterEl embargo de la carne británica por la enfermedad de las vacas locas toca a su fin. Los ministros de Agricultura de los Quince se pronunciaron ayer mayoritariamente a favor del levantamiento (por 10 de los 15 votos), con el rechazo de Alemania y la abstención de España, Francia, Austria y Luxemburgo. El mecanismo de voto ponderado impidió que la decisión sea de aplicación inmediata, por lo que será la Comisión Europea la que deba fijar la fecha en la que se podrán reanudar las exportaciones de carne británica.
El extremadamente complejo mecanismo de toma de decisiones en la Unión Europea tiene su máxima expresión en un caso como el de las vacas locas. La Comisión hizo una propuesta de levantamiento del embargo que en su momento recibió el apoyo del Comité Veterinario Permanente (CVP) por mayoría simple. Al no tener mayoría cualificada, la propuesta no pudo entrar en vigor y ha tenido que pasar por el Consejo de Ministros, lo que sucedió ayer.En esta votación ocurrió exactamente lo mismo: fue aprobada por 10 países, lo que significa que no puede entrar automáticamente en vigor, pero la Comisión Europea la puede aprobar, y probablemente lo hará la semana próxima.
Tras la votación de ayer, la Comisión Europea aprobará el levantamiento, pero retrasará la entrada en vigor de esta decisión hasta que se conozcan los resultados de las inspecciones que realizarán sus funcionarios sobre el terreno. Los resultados de esas inspecciones deberán ser presentados al Comité Veterinario Permanente, que emitirá un dictamen.
Aunque la opinión de los veterinarios no es vinculante para Bruselas, la doctrina sentada en la cumbre de Florencia sobre el conflicto obliga a la Comisión a tenerla en cuenta, porque allí se acordó que el levantamiento se haría de acuerdo con los informes disponibles. Diversos expertos manifestaron ayer su desconfianza respecto a las garantías sanitarias de la carne británica.
Las primeras reses que serán exportadas en cuanto se reanude el comercio habrán nacido después del 1 de agosto de 1996. No sólo están teóricamente libres de la encefalopatía espongiforme bovina, sino que constan en un registro nacional que permitirá al Gobierno de Londres venderlas sin miedo a provocar nuevas epidemias.
"Ha sido un buen día para el Reino Unido, pero aún más para la Comisión Europea, que nos ha tratado bien", dijo ayer Nick Braun, secretario de Estado de Agricultura, en cuanto supo que pronto podrían salir rumbo al continente nuevas remesas de carne. El primer ministro, Tony Blair, se mostró "encantado", con una decisión que ha permitido respirar a la Unión Nacional de Ganaderos.
La epidemia y el veto posterior a la exportación le ha costado a la industria cárnica más de un billón de pesetas en pérdidas.No es de extrañar que su presidente, Ben Gill, haya considerado el acuerdo como "el mejor regalo posible de Navidad".
Tanto él como sus colegas saben bien, de todos modos, que el mercado exterior tardará tres años en recuperarse. Los restaurantes de Berlín, París y Roma no se fían aún de la carne de ternera británica. De ahí que en Gales hayan pedido ya al Gobierno que invierta en una campaña para promocionar el producto en el extranjero.
La euforia de ayer no puede ocultar los pasajes más oscuros del esfuerzo realizado por el Reino Unido para erradicar la enfermedad. Kenneth Calman, máximo representante sanitario gubernamental con los conservadores, relevado hace un mes escaso de su cargo, acaba de reconocer que los piensos contaminados siguieron vendiéndose seis años después de haber sido prohibidos. La higiene en los mataderos, obligados a extraer la médula espinal antes de trocear la vaca, también deja mucho que desear. El veterinario jefe del Ministerio de Agricultura, Keith Meldrum, admitió en 1995 que todavía había cadáveres de vaca intactos y los matarifes no parecían preocuparse de aplicar las normas.
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