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Varios expertos minimizan la influencia de las jergas juveniles en la lengua común

Los lingüistas destacan el reflejo del lenguaje de los jóvenes en la prensa y en la literatura

Miguel Ángel Villena

Las jergas juveniles son modos de hablar que no constituyen una variedad idiomática y que pasan a formar parte en muy escasa medida de la lengua común. Varios expertos restaron ayer importancia a la influencia del lenguaje juvenil, si bien admitieron aportaciones de vocabulario y marcas lingüísticas que las jergas dejan en el español, en especial en campos como la música, el mundo de la droga o las relaciones sexuales. Sin embargo, algunos lingüistas acusaron a ciertos escritores y periodistas de empobrecer el lenguaje a partir del reflejo de los modos de hablar juveniles.

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Desde posiciones netamente conservadoras y ortodoxas, Eugenio Coseriu, de la Universidad de Tübingen, despachó la aparición de jergas juveniles en los últimos años como muestra "del eterno y renovado conflicto entre generaciones, de la pura actitud de despreciar lo viejo y apreciar lo nuevo". Como moderador de la mesa redonda titulada El lenguaje de los jóvenes y las jergas, celebrada ayer en el Congreso Internacional de la Lengua Española, que tiene lugar en la Universidad de Valladolid, Coseriu manifestó una actitud negativa ante este fenómeno social y lingüístico."Las jergas", afirmó, "son una desviación intencionada y no espontáneamente lograda de la lengua. Por tanto, se quedan al margen de la lengua". Después de aventurar que muy poco del lenguaje juvenil se traslada con el paso del tiempo a la lengua general, Coseriu subrayó que "no hay nada que determine más el futuro de una lengua que su pasado". Antonio Briz, de la Universidad de Valencia, apoyó la mayoría de argumentos del coordinador del debate, al tiempo que añadió que las jergas juveniles representan un fenómeno tanto lingüístico como sociocultural, para reconocer a continuación que algunas voces de esos modos de hablar saltan a la lengua común.

Poner los cuernos

Citó Briz ejemplos de uso frecuentísimo entre todo tipo de sectores sociales, como las expresiones poner los cuernos o casarse de penalti o los términos talego, mogollón o la peña, y destacó como principales marcas lingüísticas del habla juvenil el acortamiento de palabras (peli, uni, diver) o la introducción de sufijos (tocata, flipada, guaperas). Antonio Briz definió a los jóvenes actuales como la generación o sea, por el abuso de esta muletilla lingüística, y resaltó que el lenguaje juvenil está muy determinado por la inmediatez y por el carácter coloquial.Algo más moderado que sus compañeros de mesa fue Emilio Ridruejo, de la Universidad de Valladolid, quien comentó que los sociólogos constatan que los jóvenes introducen más innovaciones en el lenguaje "porque valoran poco el pasado y comienzan a tener más poder". Ridruejo insistió en que los lenguajes juveniles se renuevan a gran velocidad, hasta el punto de que en 30 años resultan incomprensibles expresiones o palabras utilizadas de una generación a otra. Ridruejo definió como rasgos principales de las jergas la incorporación de anglicismos, los eufemismos que proceden del habla juvenil y la aportación de prefijos y de sufijos. Ahora bien, este profesor hizo hincapié en que la verdadera trascendencia de las jergas juveniles pasa por "su creciente reflejo en la prensa y en la literatura, en el cine y en la televisión, algo que no ocurría hace unos años".

Sin posibilidad de mantener coloquios, una fórmula de debate que ha estado ausente en este Congreso Internacional de la Lengua Española, los cientos de estudiantes que asisten a las sesiones han perdido las posibilidades de intervenir. De este modo, algunos profesores de Lengua Española asistentes al congreso han criticado el tono profesoral y academicista de la mesa redonda. Así las cosas, el contraste entre unos participantes en la mesa redonda, con una media de edad que superaba los 50 años, y un público mayoritariamente veinteañero, se convirtió en una paradoja.

El congreso, organizado por la Diputación de Valladolid con la colaboración de la Fundación Jorge Guillén y el Instituto de Estudios de Iberoamérica y Portugal, concluye hoy con la presentación de un documento titulado Una lengua para un milenio. Los escritores Ernesto Sábato y Francisco Ayala serán los encargados de pronunciar las últimas conferencias

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