Francia creará un fichero de "huellas genéticas" de los delincuentes sexuales
Los datos de ADN de los meros sospechosos no podrán ser archivados
La Asamblea Nacional francesa ha autorizado, con notables restricciones respecto al proyecto inicial, la creación de un fichero nacional en el que figurarán las huellas genéticas de los delincuentes sexuales. La gendarmería tendrá derecho a guardar durante un máximo de 40 años esos datos, siempre y cuando se refieran a criminales condenados o a casos no resueltos. Los datos de los meros sospechosos no podrán ser archivados.
En los últimos 10 años, el número de condenas por violación registradas en Francia se ha duplicado. Desde 1991, la policía está en condiciones técnicas de efectuar pruebas genéticas; es decir, de identificar el ADN de una persona a partir de su esperma, saliva, cabello o un fragmento de piel. Y desde entonces ha habido casos célebres que se han resuelto gracias a la genética.Guy Georges, asesino y violador en serie que atemorizó a todo el este de París, fue detenido el pasado 26 de marzo cuando se descubrió -casi por casualidad y gracias a la paciencia- que su ADN, identificado en un caso de tentativa de violación años antes, era el mismo que el de un asesino reciente. Luego se pudo reconstruir toda su trayectoria criminal.
Patrice Padé, en cambio, se salvó de la cárcel gracias a la prueba genética, pues estaba acusado de la violación y muerte de la joven británica Caroline Dickinson. El hombre, de escasas luces, servía de víctima propiciatoria a una policía desorientada que le había hecho confesar su culpabilidad después de varias horas de interrogatorio. El ADN desmintió la confesión arrancada a la fuerza.
Los sospechosos no serán incluidos en el fichero para no violar la presunción de inocencia. El ámbito del fichero no se hará extensivo a los crímenes de sangre, sino tan sólo a los de índole sexual. Por ello, el número de fichados no llegará nunca a igualar la marca británica, que alcanza las 460.000 fichas de delincuentes de sangre (no sexuales).
Patrick Riou, director de la policía judicial, se ha mostrado escéptico: "Lo más importante es realizar correctamente la investigación. La realidad está en el lugar del crimen, no en los ordenadores". Lo cierto es que si las pruebas genéticas son costosas -entre 20.000 y 75.000 pesetas cada una-, también pueden resultar rentables en la medida en que acorten el tiempo de trabajo.
La ministra de Justicia, Elisabeth Guigou, cree que "el fichero facilitará la identificación de los crímenes sexuales y será útil tanto para los jueces como para los policías". El derecho a consultarlo quedará reducido a los magistrados, que podrán servirse de él en el transcurso de una encuesta preliminar o de una información judicial.
A espaldas del acusado
Un asunto que no contempla la creación del fichero es el grado de cooperación que puede exigirse de los sospechosos. La ley no hace obligatorio someterse a un examen cuando lo solicita el juez, pero ejemplos recientes han demostrado que la policía es capaz de identificar el ADN de una persona aunque ésta se oponga. Basta disponer de su saliva en la colilla de un cigarrillo o en un vaso de agua, o del análisis de su peine o cepillo de dientes, para obtener el resultado.En el Reino Unido, la entrada en vigor, en septiembre de 1997, de la Ley de Delitos Sexuales propició la apertura del primer archivo nacional (no genético) de pederastas convictos y confesos, informa Isabel Ferrer. Los datos, de índole personal, están vetados para los particulares y deben ser proporcionados a la policía por el propio infractor al abandonar la cárcel. La negativa a colaborar puede ser penada con seis meses de reclusión o una multa superior al millón de pesetas. En estos momentos se desconoce el número de nombres incluido en el fichero.
La nueva normativa no sólo trata de combatir los delitos de índole sexual en el país. Según el Ministerio del Interior, el temor a perder el hogar o ser expulsados de su barrio lleva a muchos pederastas a pasar a la clandestinidad. La "alarma social" que ello causa debería apaciguarse con un uso adecuado del archivo. Violadores e inductores a la prostitución figuran también en sus fichas, que son guardadas en función de las condenas. Un nombre puede mantenerse, por ejemplo, durante 10 años por penas de seis a 30 meses; una pena de seis o menos meses de reclusión se saldará con siete años de ficha. Las amonestaciones policiales que no acaben en cárcel suman cinco meses. La cadena perpetua asegura toda una vida en el archivo.
La ley estipula que los datos personales sean secretos, pero proteger la intimidad del pederasta, una de las figuras más temidas por la comunidad, resulta difícil. Sólo la policía, y en casos flagrantes, podrá alertar a colegios, municipios o asociaciones de jóvenes del regreso del convicto al barrio o su próximo traslado una vez en libertad. La policía puede ser objeto de querellas si desvela identidades contraviniendo las normas vigentes.
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