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Justo Vila novela una historia del XIX desde la óptica de los pobres

Miguel Ángel Villena

Recrear la Historia desde la óptica de "los de abajo" fue el objetivo que buscó Justo Vila (Helechal, Badajoz, 1954) al escribir Siempre algún día (Tusquets). "La Historia casi siempre se ha contado desde la perspectiva de la burguesía. Yo pretendía narrarla desde la actitud de los pobres, de los que sufren la Historia". Ambientado en la Extremadura del siglo XIX, este libro representa la segunda novela de este autor, que ya había publicado varias obras de ensayo.

La tradición de literatura oral que le transmitieron sus abuelos ha sido la principal fuente de inspiración de Justo Vila, un escritor que sostiene que la acción de su novela podía haber transcurrido en cualquier pueblo del sur de España. "Me he centrado en el periodo de la desamortización, que supuso un fracaso desde el punto de vista de una reforma agraria que todavía sigue pendiente", comenta Justo Vila quien agrega que el ansia de tierra está presente en los personajes de su novela. No obstante, la trama de Siempre algún día no se limita al realismo. "La realidad está presente", manifiesta el autor, "pero también la fantasía, los sueños, los deseos y las utopías. De ahí el significado del título. Hablo de gentes que no se resignan, de unos perdedores que luchan por cambiar el mundo". El escenario de fondo remite a las desamortizaciones y la mecanización del campo, a la construcción del ferrocarril y la llegada de la luz eléctrica a través de la saga familiar de los Nubleros. Sin diálogos, porque Vila subraya que el relato le pedía esa forma literaria, la condición de profesor de historia del autor se deja sentir en toda la novela. "Después de publicar varios ensayos sentí la necesidad de publicar una novela donde se mezclaran las historias colectivas y las individuales", comenta el autor.

La primera novela de Justo Vila, La agonía del Búho Chico, apareció en una pequeña editorial extremeña, pero no pasó desapercibida para la crítica, que elogió la obra, ni para Tusquets. El novelista se siente en una gran editorial nacional como si jugara en un equipo de fútbol de primera división. "Estoy muy contento de la acogida de esta novela porque la verdad es que me he dejado la piel en ella. Siempre algún día es el resultado de cuatro años de trabajo, entre la investigación y la escritura propiamente dicha, de robar horas al sueño y a otras ocupaciones. Yo no creo en las musas como esos escritores que se miran el ombligo".

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