Y llegó la plena capacidad normativa
El País Vasco recuperó el Concierto Económico para Guipúzcoa y Vizcaya en 1981, un primer pacto negociado a imagen y semejanza del que seguía manteniendo Álava. Desde entonces el Concierto ha sufrido algunas adaptaciones, pero fue el pasado año cuando la soberanía fiscal vasca dio un giro esencial. El nuevo Concierto, fruto del pacto entre el PP y el PNV para la investidura de Aznar, iba a traer la plena competencia normativa en el Impuesto sobre la Renta de la Personas Físicas. Además, las diputaciones vascas se hicieron con la recaudación de los impuestos especiales (tabaco y combustibles). El golpe maestro del pacto de legislatura se cerró con el mantenimiento del sistema de cálculo del cupo para los próximos cinco años. La euforia nacionalista le llevó al lehendakari José Antonio Ardanza a asegurar que Euskadi fiscalmente era el decimosexto Estado de la Unión Europea. La reforma del IRPF excitaba a los máximos responsables de las haciendas forales, que anunciaban un reforma total de la normativa hasta ese momento vigente. Todos, de forma descoordinada, querían seguir los pasos que un año antes habían dado con la reforma del Impuesto de Sociedades de forma coordinada. Entonces la modificación más espectacular fue la rebaja del tipo general del 35% al 32,5%. Una medida que levantó las iras de las comunidades autónomas limítrofes. La polémica estaba servida. En Euskadi el amplio colorido político de las diputaciones precisaba el apoyo de prácticamente todas la fuerzas políticas. Además, los socialistas en el proceso de aprobación del Concierto, pese a ser parte del Gobierno tripartito, no estaban de acuerdo con la capacidad normativa plena que la delegación, encabezada por el vicelehendakari Juan José Ibarretxe había logrado en Madrid. A su entender, esa capacidad rompía la solidaridad entre los distintos territorios de España. En este desorden político e institucional se ponen en marcha los proyectos de reforma del IRPF. Ibarretxe establece la ley del silencio entre los suyos y se comienza a trabajar en un libro blanco, que fue presentado en el mes de junio. Sin embargo, pese a las prisas y anuncios de reforma, el Gobierno de Aznar se les adelantó en Madrid y sus cambios nacieron condicionados por los cambios propuestos por el Ministro de Economía, Rodrigo Rato. Las fechas no son buenas. Llegó el verano y las elecciones, un mal momento para pactar. El debate sobre la reforma se ha convertido en parte de la contienda electoral y, aunque las diferencias entre los principales partidos no son grandes, no se pueden hacer públicas. Fernando Olmos, diputado general de Vizcaya, señalaba hace dos semanas que no veía impedimentos en que los proyectos de norma foral pudieran presentarse en las Juntas Generales antes del 30 de octubre. Sin embargo, reconoció que el debate no se hará público, se mantendrá a espaldas de la sociedad.
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