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Gabriel Jackson pide una revisión de la historia "rosa" de la transición democrática

El hispanista Gabriel Jackson afirmó ayer que "es el momento" para que se haga una relectura crítica de la transición democrática española. "Se ha escrito con color rosa y necesita ser purgada. Hay que reescribir aquella época en términos de verdad, sin ocultar las cosas", afirma. En este sentido, aseguró que la corrupción y la guerra sucia han sido el "precio" que la democracia ha pagado por no haber depurado la burocracia franquista.

Jackson intervino ayer en los Cursos de Verano de la Universidad del País Vasco con una conferencia sobre la historia política de España durante este siglo y que concluye "relativamente bien", aunque abogó por hacer una descripción histórica más objetiva del paso de la dictadura a la democracia. A juicio del autor de Civilización y barbarie, la historia oficial ha hecho un uso "interesado" de las memorias de algunos protagonistas políticos de la transición, que "exageraron" la trascendencia de los "consejos" que dieron al Rey y a Adolfo Suárez. Este sobredimensionamiento ha "minusvalorado" y relegado a un segundo plano, "el papel de los sindicatos, de la opinión pública y de los medios de comunicación". Además de situar en su justo término a los protagonistas reales de la construcción de la democracia en España, el hispanista afincado en Barcelona aludió al déficit que representó la no depuración de la burocracia franquista, que llegó intacta a la democracia: "La transición se hizo sin tocar a los funcionarios franquistas, y de ahí provino el ocultamiento de las corrupciones financieras y las violaciones de derechos humanos por parte de policías en el País Vasco. El precio -concluyó Jackson- han sido los escándalos de Roldán y de los GAL". El autor de La Segunda República y la Guerra Civil también mencionó la duplicación de la Administración pública como otro de los errores que "ahora se paga". "El café para todos que se hizo para limitar las autonomías vasca y catalana creó una duplicación de los servicios administrativos, se configuraron nuevas burocracias pero no se eliminaron las que ya existían". Con todo, Jackson aseguró que el proceso de cambio que ha experimentado España desde la década de los años 60 "es superior al que registró en los mil años anteriores". La "única" amenaza para el sistema democrático que el historiador neoyorkino percibe es la de la existencia de ETA. Nacionalismos sin techo Jackson, que antepone los derechos de ciudadanía y las culturas frente a los derechos colectivos, señaló en este sentido que consideraría un "grave error" que el Estado negociara "de igual a igual" con ETA para acabar con la violencia, aunque la negociación sí tendría sentido con HB como formación estrictamente política. En este punto advirtió que "HB tiene que jugar el mismo juego democrático que el resto de los partidos políticos, porque sumar a su 15% de representación en votos la amenaza de muerte no es democrático". El historiador también expresó una abierta cautela ante el mensaje de permanente reivindicación de los partidos nacionalistas, ya que "son exagerados y no tienen techo". "La vida de un partido nacionalista depende en último término de plantear nuevas demandas. No me gusta; prefiero negociar acuerdos y que éstos sirvan durante generaciones, no para cinco años", señaló. A su juicio, esta estrategia política se percibe de forma nítida en la reivindicación de los referendos en favor de la autodeterminación y en los conflictos que se han producido en los antiguos países de Europa del Este con las "amarguras que han deparado las identificaciones étnicas". Así las cosas, se mostró escéptico sobre el encaje de los partidos nacionalistas en el sistema constitucional español. "Es un problema que se prolongará en el tiempo, porque es imposible satisfacer a estos partidos".

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