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"Soportamos una verdadera tortura psicológica"

"Estamos soportando una verdadera tortura psicológica", afirma Antonio Lozano Botello, de 30 años y vecino de Isla Cristina, que permanece apresado junto a otros cuatro onubenses y al resto de su tripulación, 16 senegaleses, desde hace 54 días en Banjul, capital de Gambia. El capitán hizo ayer estas declaraciones desde un teléfono del hotel Sunwing Gambia en el que las autoridades de la dictadura militar gambiana lo mantienen detenido. El marisquero Briz III, con base en Senegal, navegaba al amanecer del pasado 2 de junio cuando una patrullera gambiana abordó la embarcación. Los militares, con amenazas y agresiones, condujeron el buque al puerto africano sin más explicaciones. Sobre la armadora propietaria del pesquero, Tarso Consulting SL, con sede en Huelva, pesa ahora una multa de 80 millones de pesetas por faenar ilegalmente en aguas prohibidas: "Pero fue un apresamiento anormal", según Lozano. El embajador español en Senegal se reunirá a principios de la próxima semana con los responsables del Ministerio de Exteriores de ese país para negociar la repatriación de los marineros. El capitán, mientras, mantiene que son inocentes: "Atravesamos una zona del mar de Gambia para dirigirnos al norte de Senegal, después de comunicarlo a la Comandancia de Marina de Dakar. No estábamos pescando. El único error que hemos podido cometer ha sido llevar los aparejos colgados en vez de recogidos". Esa explicación no convence a las autoridades africanas, que permitieron, con los brazos cruzados, que sus agentes golpearan a Antonio Lozano y al jefe de máquinas del Briz III, Domingo López, el día del apresamiento: "Nos dieron bofetadas con la mano abierta en la cara y en el cuello para no dejarnos señales. Además, nos apuntaron a las piernas con pistolas y metralletas cargadas, enseñándonos las balas y diciéndonos que no intentáramos nada". El capitán y el jefe de máquinas se encuentran custodiados en un hotel del núcleo urbano, mientras que el resto de la tripulación permanece vigilada en el interior del barco, amarrado a puerto. "El nivel de desesperación es muy alto, sobre todo para los marineros retenidos a bordo, que aprovechan los relevos de los militares para salir y estirar las piernas", explicó Lozano quien, junto a su compañero, disfruta de libertad de movimiento en las instalaciones del hotel y de tres horas al día para abandonarlo, a pesar de tener que presentarse asiduamente en comisaría. "Cuando salimos de aquí, vamos a visitar a la tripulación para llevarles comida y tarjetas de teléfono". Familiares Los pescadores cuentan con el apoyo total de la empresa, que ha enviado a Banjul a uno de sus representantes, David Fernández. "Para intentar solucionar algunos problemas y proporcionarnos todo lo que necesitamos, sobre todo tranquilidad", comenta el capitán. Antonio Lozano se viene abajo cuando se refiere a su familia, con la que mantiene un permanente contacto: "También esperan acontecimientos. Nos cuentan que nuestra situación comienza a tener mucha repercusión en España. La verdad es que hablar con ellos nos relaja mucho porque hemos atravesado momentos muy difíciles y la falta de cariño se nota". El capitán, que asegura no haber firmado ningún papel oficial, excepto su declaración inicial en la comisaría gambiana, espera que las autoridades españolas consigan, cuanto antes, su puesta en libertad. Después, dijo, "ya veremos lo que se puede hacer con el barco".

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