Tres días de torturas para una enfermera
Menduha, una estudiante de auxiliar de farmacia de 25 años, sufrió en propia carne las consecuencias de su compromiso humanitario por tratar de salvar a un guerrillero herido del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK): tres días de torturas de la policía serbia.Cuando la guerra llegó a la región de Decani, Menduha marchó allí desde Pristina, para recoger a los hijos de su hermano y sacarles de la zona de combate. Para llegar a Pec, ciudad situada al oeste de Pristina, cerca de la frontera con Albania, Menduha tuvo que rodear y entrar por Montenegro. La carretera y el ferrocarril entre Pristina y Pec están cortados. Desde Pec a Decani, Menduha recorrió a pie 35 kilómetros y allí recogió a 19 niños y seis adultos. Todos ellos caminaron hasta Pec, pero Menduha decidió regresar a Decani cargada de medicamentos, porque había heridos que necesitaban ayuda en un hospital de campaña improvisado. En los pueblos de la ruta Menduha se encontró con bastantes choques armados, pero llegó a Decani con los medicamentos para prestar al menos los primeros auxilios. Explica la joven que había unos 180 heridos recientes. Entre ellos se encontraba un joven de 22 años, herido de extrema gravedad en tres partes del cuerpo. Se trataba de un combatiente del ELK, un emigrante kosovar que residía en Alemania y volvió a Kosovo para combatir. El herido requería con urgencia asistencia hospitalaria y Menduha se hizo cargo de él.
Los primeros 20 kilómetros los recorrieron en coche de caballos, luego en la baca de una furgoneta, que los dejó a la entrada de Pec, donde pararon un coche que los llevó al hospital. Allí se encontraron con la policía serbia. Los médicos se hicieron cargo del herido y la policía detuvo a Menduha y al chófer del coche que los transportó al hospital. Relata Menduha que le pegaron una bofetada y ella replicó que no tenían derecho a hacer eso. Luego le dijeron: "A otros albaneses les matamos, pero a ti te vamos a enterrar viva, porque eres una médica del ELK". Ella respondió que sólo había asistido a un herido y seguido el juramento hipocrático, que obliga a curar a los enfermos. La réplica fue: "Tú ayudaste a los terroristas y tenemos que matarte".
Explica Menduha que durante 48 horas la interrogaron 33 policías durante 10 minutos cada uno. Todos, menos uno bosnio, la golpeaban sin cesar, incluso con un bate de béisbol. "Me tuvieron tres días sin comer, ni beber. Me tendieron sobre una mesa y me golpeaban en las manos, en las piernas y en los riñones". Después la entregaron a la Seguridad del Estado y la pasearon por las calles, para ver quién la reconocía e identificar posibles contactos en el ELK. También acudieron a la casa de su abuela, que registraron y dejaron patas arriba. Después de tres días de torturas y a la vista de que no le sacaban nada útil, la soltaron en la calle.
Ahora Menduha, víctima a su vez de la guerra, trabaja en el Consejo de emergencia para ayudar a los refugiados en Pristina. En su piso vive con su madre, su hermana y los 19 niños que recogió en Decani.
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