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Las ONG amenazan con dejar a Afganistán sin ayuda humanitaria

El acoso de los talibán hace casi imposible su labor en Kabul

La mitad de la población de Kabul, unas 400.000 personas, vive de la ayuda humanitaria, pero ahora corre el riesgo de perder su úncio medio de subsistencia. Las agencias internacionales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) aún presentes en el Afganistán controlado por los talibán planean retirarse de allí. Trabajar en el país de los islamistas ultrarradicales les resulta casi imposible.

La gota de agua que ha hecho desbordar el vaso de la irritación de las ONG ha sido el ultimátum que la milicia islámica de los talibán les dio, el 2 de julio, para reagrupar todas sus actividades en la antigua escuela politécnica de Kabul. La Voz de la Sharia (ley islámica), la emisora de los talibán, basó la decisión en que el edificio ofrece una "una mejor seguridad y facilidades globales para las operaciones y la estancia" de los voluntarios dedicados a la ayuda humanitaria. Veintidós de la treintena de ONG que actúan aún en Afganistán se han negado por escrito a ello, y cuentan con el respaldo de ECHO, la agencia de ayuda humanitaria de la Comisión Europea, el principal donante de ayuda a Afganistán. Su rechazo a trasladarse se debe a que el edificio de la politécnica está en ruinas -carece, por ejemplo, de ventanas y de suministro eléctrico- y requiere una rehabilitación que no están dispuestas a pagar. Está además situado cerca de la línea de frente y puede ser facilmente blanco de los proyectiles. El empeño del ministro afgano de Planificación, Mahamad Qari Deen, de reagruparlas en un edificio alejado obdece además, según sospechan, al deseo del régimen de controlar mejor a las ONG."Esta última iniciativa", declaró Sarah Russell, portavoz de la ONU para Afganistán, "complica aún más la vida de los que se consagran a la ayuda humanitaria". "Sus condiciones de trabajo son ya de lo más difícil y esto puede ser la gota que haga rebosar la copa".

Comisión Europoea

Esta decisión de los talibán ha propiciado una serie de contactos entre las ONG, la Comisión Europea y las agencias de ayuda humanitaria de Naciones Unidas con vistas a estudiar una retirada de Afganistán durante el verano si los talibán no enmiendan su actitud.Hasta ahora han multiplicado más bien las medidas de acoso desde que el 13 de mayo el coordinador adjunto de la ayuda humanitaria de la ONU, Martin Griffiths, firmó con el ministro Mohamad Qari Deen un memorándum en el que hizo múltiples concesiones a los talibán con el propósito de obtener margen de maniobra para operar en Afganistán.

De nada sirvió la aquiescencia de la ONU con los islamistas ultraortodoxos que hizo firmar a Griffiths un acuerdo en el que aceptaba la prioridad del hombre sobre la mujer en el acceso a la sanidad y la educación en Afganistán. Desde entonces los talibán han multiplicado las medidas arbitrarias en línea con las que empezaron a tomar hace dos años, cuando se hicieron con el poder en Kabul, y expulsaron a las mujeres de la enseñanza y de la función públicas.

Antes de formular la orden de concentración en la Politécnica Maulvi Qalamuddin, el ministro de Promoción de la Virtud y de Prevención del Vicio, anunció el cierre de las escuelas privadas y centros de formación sanitaria para mujeres todas ellas operadas por ONG extranjeras. Hasta mayo estos establecimientos gozaban de cierta tolerancia.

El 20 de junio Qalamuddin dio otro apretón de tuerca a la labor de las ONG al prohibir a las mujeres trabajar para organizaciones humanitarias, inclso en tareas de asistencia sanitaria, el único empleo aún a su alcance siempre y cuando sus pacientes fuesen del mismo sexo. Consciente, aparentemente, de las excesivas concesions efectuadas a los talibán por Griffiths, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha enviado a otro equipo negociador a Kabul para denunciar la violación del memorándum firmado en mayo e intentar modificar algunos de sus puntos, pero hasta la fecha no ha logrado ningún resultado.

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