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Entrevista:

"Estoy a gusto en Valencia porque paso inadvertido"

Miquel Alberola

Pregunta. Trabaja más que nunca.Respuesta. La gente tiene más interés que nunca en que haga cosas. O quizá estoy más preparado para aceptar lo que me proponen. Pero continúo teniendo una actitud de principiante. P. ¿El volumen de trabajo se corresponde con sus 69 años? R. Discrepo de esa afirmación que dice que los artistas a los 50 años ya han llegado al cénit y luego viven de rentabilizarlo. Yo no lo he podido rentabilizar porque siempre estoy empezando, haciendo cosas nuevas y diferentes. Ésta es mi forma de trabajar desde el principio. P. Siempre tuvo la sensación de que llegaba tarde. R. Y es verdad. He llegado tarde a todo. Incluso creo que estoy llegando tarde al reconocimiento. Pero no creo que ésta sea una característica peyorativa. Cada vez estoy más de acuerdo en las cosas tal como ocurren. P. ¿Ha perdido vehemencia? R. O soy más vehemente que nunca. Trato ya todo con una cierta tranquilidad y me muestro más comprensivo con las cosas, como la religión. Me parece normal que todos los pueblos tengan el problema de los dioses, de qué ocurrirá después de la muerte y para qué venimos a la vida. Todos somos materia y tenemos esa parte de irracionalidad que es la religión. Y eso no quiere decir que sea verdad o mentira, sino que es una característica humana. A menudo se olvida que el hombre forma parte de la materia. El universo está hecho de materia y esa irracionalidad se ve todos los días. La naturaleza se caracteriza por el caos y el azar de la materia. Si comprendes eso, te lo tomas todo con sosiego. P. Siempre fue a su aire, ¿no? R. Nunca fui un artista en el sentido de el arte por el arte. Siempre he estado muy cerca de los ciudadanos y de lo que pasaba a mi alrededor. Tengo una cierta preocupación por el espacio y los ciudadanos que viven en ese espacio. En ese sentido sí que he ido a mi aire, pero mi aire es mi historia personal. P. Su abuelo fue el primer carnicero que usó bata blanca en Valencia... R. Por eso le llamaban el farmacéutico. Tuvo una gran idea. P. ¿La pulcritud de su obra le viene de familia? R. Puede que haya heredado algunos genes del abuelo, pero no si es ésta la causa. Otros lo atribuyen al Mediterráneo. Siempre me interesaron las cosas sencillas y simples. En casi todas las cosas me gusta ese instinto de simplicidad y limpieza. Aunque dicen que una etapa de mi vida, la de las generatrices, es barroca, pero incluso ese es un barroquismo muy simple. P. En su obra hay un desplazamiento de los ángulos rectos a las líneas curvas. R. Puede que tenga alguna relación con la edad. Las curvas han tenido una cierta importancia en mi trabajo, pero no he abandonado el ángulo recto. El ángulo recto significa actividad, movimiento, fuerza, combate. Las curvas producen una sensación de sensualidad, amor, caricia... erotismo. El erotismo es un producto de madurez, nunca de juventud. En un tipo de 20 años es un mal asunto, porque el erotismo proviene de la dificultad. Me interesan mucho las curvas. Me interesa la mujer. No hay que olvidar que el matriarcado tiene muchos miles de años más que el patriarcado. La hembra era la que perpetuaba la especie y simbolizaba la fertilidad. La mujer fue la que labró la tierra antes y la que produjo la agricultura. Y la agricultura es la que da paso a la civilización. P. ¿Hasta qué punto incide su biografía en lo que hace? R. Una parte de mi comportamiento como artista viene de ser hijo de carnicero y de haber pasado por el matadero. Eso me marcó, pero no sé hasta qué punto, porque yo dibujaba mucho desde muy pequeño. P. ¿Qué narrativa define mejor su obra? ¿El acero, el mármol...? R. La narrativa de mi obra es la diversidad. Esta diversidad se produce por mi concepción de la vida. Tengo una preocupación por la diversidad tan grande que me interesan mucho las diferencias. Una vez dije que sin diferencia no había libertad, y aunque algunos puedan pensar que quiero hacer de filósofo, en realidad me interesa mucho ser diferente. Nunca me he comparado con otros artistas ni he tenido problemas de envidia por la razón de que siempre he pensado que lo que yo hago es diferente a lo que hacen los demás. Que sea mejor o peor no depende de mí, sino de la sociedad. En los Estados Unidos me di cuenta de que las diferencias entre Frank Sinatra y Matise eran mínimas porque había una especie de valoración relacionada con la fama, el éxito y el dinero ganado. Pensaba que era una cosa típica americana, pero ha entrado en todo el mundo. Hoy el éxito y la fama suelen tener tanta importancia o más que lo que pensábamos que era la cultura. Luchamos porque la cultura fuese masiva, pero es la masa la que lo ha conseguido. La masa es la que decide los precios de la pintura. No sé si Marx estaría encantado: yo, no. Cuando tenía 25 años, las exposiciones importantes eran las que no iba casi nadie. Yo me ofendí la primera vez que Fuster me preguntó si ganaba dinero, porque no era un artista comercial. Fuster me dijo: els diners no fan pudor. Estamos en una época en que todo se cuenta por la rentabilidad económica y de público. P. Ha diversificado mucho su obra. ¿Qué le queda por hacer? R. Todo. Creo que todavía no he hecho nada más que empezar. Picasso, que es un artista que me interesa mucho como ejemplo, nunca hizo lo mismo. Siempre estuvo haciendo lo que le daba la gana y le gustaba. Le reprochaban que siempre estaba buscando, pero el decía que lo que hacía era encontrar. Y esa es la función de un artista: encontrar lo que los demás buscan y no encuentran para mostrarlo y que se identifiquen. P. ¿Por qué ha optado por vivir en Valencia y no en otra ciudad? R. Me encuentro a gusto en Valencia porque, por suerte, paso inadvertido. A uno no puede pasarle nada mejor que eso. Me permite ir al café del pueblo o adonde sea y que me traten como a uno más que habla de fútbol o de lo se tercie sin que tenga que interferir para nada el hecho de ser escultor. Me encanta esta ciudad y mi país, aunque no dejo de reconocer las lagunas existentes. Ya es significativo que Blasco Ibáñez muriera en Menton o que Sant Vicent Ferrer y Luis Vives murieran lejos. O que Sorolla tenga el museo en Madrid. Este no es un país dado a la mitología. Aquí es imposible que exista una Edith Piaf. Y si hay una Conchita Piquer, es en Madrid. P. En el año 82 varios concejales del Ayuntamiento de Valencia pidieron que se le declarara persona non grata. R. Sí, y ahora hay propuestas para declararme lo contrario, aunque me niego a los homenajes y a los títulos. Aquella fue una cuestión propia de la transición. Me parece exagerado pensar que nuestro país es el único en el que ocurren esas cosas. No somos tan singulares ni haciéndolo mal. Me doy cuenta de que en el fondo hay una cuestión de egoísmo y de lucha por conseguir el máximo poder personal, y eso se da en todas partes. Pero sí hay algo raro aquí, que no ocurre toda Europa, y es la discusión del tema de la lengua. Ahora estamos llegando a esta estupidez del pacto. Esta propuesta la oí hace siete meses en un restaurante y me pareció intolerable. Es absurdo que a uno le digan que se porte bien y sea buen chico para ver si se arregla. Y además, que se considere que la universidad no tiene derecho a decir nada en el asunto. P. Ha participado en La Gran Vía de las Esculturas, su escultura de Mestalla está arreglada... ¿Ha mejorado su relación con la autoridad? R. Lo que ocurre es que se debía de haber hecho antes. La escultura de Mestalla estaba muy mal, porque se habían hecho muchas barbaridades con ella. Aunque ha sido restaurada yo no estoy contento. Estaba para cambiar entera. No estoy encantado con el tema, aunque la hayan cambiado de lugar. Se debía de haber arreglado antes, pero los socialistas no lo hicieron y ahora lo ha hecho Consuelo Ciscar. P. ¿Le va mejor con el PP que con el PSOE? R. He estado tres años en que nadie se acordaba de mí, y he vivido muy tranquilo. Ha habido una correspondencia, porque yo tampoco quería que llegase el PP al poder. Pero últimamente no sé lo que ocurre que se acuerdan de mí. No tengo nada que pedir ni quiero que me den nada. P. Sus adversarios dicen que usted fue el escultor del PSOE. R. Bueno, primero dijeron que era el escultor de los Países Catalanes, luego el del PSOE... Es bastante normal. En general he sido siempre bastante crítico con el Gobierno de turno. P. Había una gran preocupación por lo que hiciera el PP en el IVAM. ¿Se han cumplido estos temores tres años después? R. En el IVAM han pasado pocas cosas, por suerte. También hay que tener en cuenta que el IVAM no puede ser lo mismo que cuando empezó. Por dos razones. Primera, que el IVAM comenzó antes que otros museos y fue el ejemplo y el modelo para los demás. Y segunda, aquí no se habían hecho exposiciones de nada. Era un lugar virgen y había mucha expectación. Por lo demás, ha mantenido, dentro de lo que cabe, una línea con cierta dignidad. Yo estoy en contra de muchas de las cosas que se hacen en el IVAM, como lo estuve en la época anterior, porque jamás tuve ninguna capacidad de dirigir nada. Si alguna capacidad tuve fue la de influir para que se hiciera el IVAM. El IVAM ha sido un éxito para Valencia, y un éxito barato, si lo comparamos con la Ciudad de las Artes y las Ciencias. P. ¿No es partidario de la Ciudad de las Artes y las Ciencias? R. Ya no lo era en la época de Lerma. La ciencia se hace en las universidades y no en Disneylandia. El PP no tenía capital para las universidades ni los hospitales, pero ahora tiene los miles de millones de las dos cajas de ahorros y la urbanizadora Hansa Urbana para hacer Terra Mítica y otros tiovivos.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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