Cuatro años de bloqueo han mejorado la situación
La propuesta para la reforma del mercado comunitario del vino aprobada por la Comisión no responde exactamente a las peticiones planteadas por el sector vitivinícola español, pero se trata de un documento aceptable que, lejos de poner en peligro la supervivencia del sector, puede contribuir a su transformación sin reducir superficies y lograr mayores cotas de competitividad.El aparcamiento de la reforma durante cuatro años por parte de la Comisión y a instancias de la Administración socialista ha servido para calmar las preocupaciones de la Unión Europea en materia de excedentes.
En relación con la reforma que trataba de imponer la Comisión en 1994, la nueva propuesta tiene dos puntos positivos fundamentales. En 1994, el objetivo de la Comisión era asignar una cuota de producción a cada país según sus necesidades. A España se le fijaban solamente 29 millones de hectolitros, frente a una producción media de 37 millones.
Además, la Comisión apostaba por la política de subvencionar la supresión de viñedos para ajustar la oferta, lo que iba a suponer eliminar el cultivo de unas 340.000 hectáreas. La nueva propuesta es buena para España porque no asigna cuotas de producción nacional. Ya no habla de suprimir viñedos, entre otras cosas, porque en España se han levantado unas 215.000 hectáreas en los últimos años por la política de incentivos pagada por Bruselas, a razón de unas 700.000 pesetas por hectárea.
La propuesta también apuesta por la estabilidad en la superficie de cultivo y, sobre todo, por la política de ayudas para la reconversión varietal, que debe suponer más calidad. En el futuro habrá igual o más vino que ahora, pero de mejor calidad. Hay que señalar que la Organización Común de Mercado afecta fundamentalmente a las zonas donde se obtiene el vino de mesa, y no a las denominaciones de origen y al vino de calidad, cuyos problemas son diferentes. España quería que Bruselas pagase el 100% de su coste, frente al 75% actual. Para España es positivo que se mantenga una red de seguridad para los precios del mercado por la vía de las destilaciones.
En la parte negativa destaca el mantenimiento de las técnicas artificiales para el enriquecimiento del vino, utilizada en los países del norte.
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