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Los Rolling Stones no volverán a Bilbao en su gira actual por Europa

La actuación de los Rolling Stones en Bilbao no será pospuesta a una fecha en la que la garganta de Mick Jagger recupere las condiciones óptimas. Asumida la decepción de quedarse sin el concierto que ayer debía cerrar la conmemoración del centenario del Athletic, la directiva del club busca la manera de devolver el importe de las 40.000 entradas vendidas (unos 280 millones de pesetas), la práctica totalidad del aforo de San Mamés.

Jagger, aquejado de una laringitis aguda, ni siquiera se desplazó al País Vasco, mientras que los otros tres stones permanecieron recluidos durante 48 horas en un hotel de lujo de San Sebastián. A primera hora de la tarde de ayer partieron del aeropuerto de Hondarribia en su avión privado rumbo a Bruselas.El Athletic tiene que devolver cerca de 280 millones de pesetas, a razón de 7.000 pesetas por entrada. Aún no tiene definido cómo lo hará. El club está dispuesto a reintegrar directamente el dinero correspondiente a las entradas vendidas en las taquillas de San Mamés, pero no ha encontrado todavía una solución para las que fueron adquiridas en otros puntos de venta, especialmente fuera de la capital vizcaína.

Keith Richards, Ronnie Woods y Charlie Watts abandonaron San Sebastián de la misma forma en que recalaron allí: sin cruzar una palabra con los periodistas y en medio de fuertes medidas de seguridad. Antes de que los músicos asomaran por la puerta principal del Hotel María Cristina, el revuelo de coches, furgonetas, empleados y guardias de seguridad anunció que los músicos dejaban la capital guipuzcoana. Minutos antes habían pasado por la cafetería del hotel para encargar un pedido de 50 sandwiches. Las cinco estrellas del establecimiento no fueron garantía para satisfacer a sus clientes: no tenían sandwiches y tuvieron que conformarse con medias lunas de jamón y queso.

El primero en abandonar su cuartel general desde el pasado martes fue el batería del grupo, Charlie Watts. Sobre las 16.00 y ataviado con un traje de cuadros marrón oscuro avanzó hacia el Mercedes negro que le trasladó hasta el aeropuerto de Hondarribia. El único obstáculo que encontró en su camino fue un periodista del programa de televisión Caiga quien caiga, que rompió el aislamiento y le hizo entrega de las gafas de su programa. Diez minutos más tarde Richards, acompañado de una mujer rubia, y Wood subieron a sendas furgonetas blancas.

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