«El centro del cáncer de Salamanca deberá ser una referencia»
, El Instituto del Cáncer de Salamanca funciona desde hace meses con un núcleo de científicos que en buen número «están ligados a avances muy destacados, incluso fundamentales, en biomedicina y cáncer durante sus estancias en laboratorios extranjeros a lo largo de los últimos 15 años», según señala el director del centro, Eugenio Santos, biólogo que jugó un papel decisivo en el hallazgo de los oncogenes humanos. Los diferentes equipos de investigación básica, aplicada y clínica ya funcionan coordinados, a la espera de asentarse en el edificio que se construye en el campus Miguel de Unamuno. Las funciones de mecenazgo y soporte económico competen a la Fundación de Investigación del Cáncer de la Universidad de Salamanca.Sobre la base de un proyecto que comenzó a gestarse en 1991 en la Universidad de Salamanca, el centro especializado en investigación básica del cáncer «surgió de la constatación de la presencia en esta universidad de un número importante de investigadores de los procesos básicos del cáncer», destaca ahora Santos. El proyecto consistía básicamente, según este científico de 45 años, «en poner en contacto funcional al núcleo inicial de investigadores para formar la masa crítica necesaria y alcanzar algo semejante a lo que se llama Cancer Center en EE UU, un centro que requiere que se cuente con investigación básica, aplicada y clínica en conexión, y sólo poco más de veinte, entre los cientos que funcionan, están considerados como tales».
En Salamanca, «aunque desconectados entre sí, esos equipos de científicos eran comparativamente superiores en calidad y número a otras universidades del país». Para Santos, «lo importante de lo que ya es una realidad que se desarrolla es esta masa crítica». Y añade: «Mi presencia de dirección es simplemente anecdótica: la potencia del instituto de Salamanca, lo que lo caracteriza y lo dota de credibilidad y esperanza, reside en la capacidad científica de esos investigadores y de sus equipos, que hasta ahora venían funcionando aisladamente». Se trata de investigadores que, como dice Santos, «han intervenido directamente -insisto en lo de directamente- en una serie de procesos decisivos que marcan el avance en relación con el cáncer».
Selección de equipos
Santos, integrante del equipo de Mariano Barbacid («buen amigo y gran investigador», afirma), que aisló el primer oncogén humano, señala: «Cuando uno de los grandes problemas de la ciencia en España es alcanzar una masa crítica que sirva de base y permita la producción científica de calidad, esta densidad científica se encuentra garantizada de antemano en la Universidad de Salamanca en relación con la biología del cáncer».En su opinión, esa situación, que le confiere trascendencia nacional, es lo que ha movido al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a participar a través de un instituto mixto, que permite el acceso de científicos de todo el territorio español. También participan la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación, la Junta de Castilla y León, Ayuntamiento y Diputación de Salamanca y Caja Duero.
El científico responsable del instituto es contundente al mantener que el centro «debe constituir un centro de excelencia per se, ha de servir de referencia para el resto del país, y también ha de ser capaz de competir en el ámbito internacional». Por lo que se refiere a los contenidos del centro, explica que las tareas se dirigen a «realizar investigación biomédica básica de procesos relacionados con el cáncer del modo más coordinado posible». En ese sentido, «la biotecnología y la ingeniería genética serán herramientas esenciales en esta aproximación». En concreto, el control de proliferación celular, la terapia genética y el diagnóstico molecular figuran como tareas centrales de las unidades ya en marcha.
Para Santos, es una peculiaridad del Instituto que, «aparte de la investigación básica, se incide de modo especial en la posible aplicación a nivel de diagnóstico y pronóstico de los avances de oncología básica».
Santos, que aún simultanea la dirección del centro salmantino con su condición de investigador principal al frente de un equipo en el Instituto Nacional de Cáncer de EE UU (en Bethesda), trabaja en los oncogenes ras, centrándose en los aspectos bioquímicos y su funcionamiento, junto con el de sus parientes, los proto-oncogenes ras normales. En definitiva, se trata de diseñar aproximaciones para neutralizar el efecto y, eventualmente, llegar a la experimentación de la terapia génica. Esa línea de trabajo la continuará una vez que, este año, se traslade a Salamanca definitivamente, para lo que piensa contar con algunos de sus colaboradores en el laboratorio estadounidense, entre los que figuran algunos españoles, «que siempre han sido de calidad reconocida».
Diagnóstico y terapia
Santos puntualiza que, en estos momentos, lo que importa, tanto en el campo en el que él trabaja como en otros, «es el traslado del conocimiento básico de laboratorio a algo práctico en un paciente», que es donde se centra el esfuerzo. El camino en torno al cáncer, continúa, se centra en dos direcciones: «diagnosticarlo lo antes posible y, en ese momento, aplicar la aproximación terapéutica adecuada, aún en fase experimental a pesar de los recientes avances».Aunque en el primer caso se haya mejorado, el avance real llegará mediante «un diagnóstico muchísimo más precoz en el plano molecular aplicando las investigaciones básicas de oncogenes, y, hoy por hoy es el momento en que esto está explotando, porque es el momento histórico. El esfuerzo reside en que lo que hacíamos nosotros en laboratorio como algo muy especial, lo pueda aplicar también de manera rutinaria una enfermera en el hospital. Es lo que se denomina investigación traslacional».
Como característica operativa esencial del instituto, se apunta que la adscripción de los grupos de investigadores debe tener carácter temporal y revisable periódicamente por un comité científico evaluador externo, «de modo que la incorporación o separación de grupos pueda hacerse con la máxima agilidad administrativa para favorecer la competitividad y productividad científica». Santos también destaca «la disponibilidad continuada de plazas de investigador postdoctoral, al menos una por grupo establecido, de duración limitada a periodos de tres o cuatros años», mecanismo que asegure el acceso de personal en el pico de capacidad científica y permita la renovación y aportación de nueva savia al esfuerzo investigador.
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