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Clinton da otra oportunidad a Netanyahu

Bill Clinton se inclinó ayer por dar a Benjamín Netanyahu una nueva oportunidad, pese a haber recibido del primer ministro israelí una de las mayores afrentas de sus cinco años en la Casa Blanca. Madeleine Albright, informó el presidente de EE UU, volverá a entrevistarse hoy en Washington con Netanyahu. Éste se preparaba para realizar en el propio EE UU una gran campaña para que la Casa Blanca abandone la presión sobre su Gobierno.

Clinton comienza hoy un viaje de seis días por Alemania y el Reino Unido, mientras que Netanyahu llegará mañana a EE UU para una gira en la que planea reunirse con el Congreso, el lobby judío representado por el Comité Americano-Israelí de Asuntos Públicos, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, el consejo editorial de The New York Times y varias cadenas de televisión. A todos les piensa decir que la presión de la Casa Blanca sobre su Gobierno no es de recibo y que él es el único autorizado a velar por la seguridad de Israel.Antes de hacer maletas para su viaje europeo, Clinton dedicó buena parte de la jornada de ayer a sopesar su respuesta al reto de Netanyahu, que rechazó su ultimátum para aceptar una retirada del 13% de Cisjordania y comenzar ayer en Washington conversaciones tripartitas sobre la fase final del proceso de paz. Clinton, finalmente, optó por morderse la lengua y no responder personalmente a ese reto.

Albrigth, que retrasará expresamente su viaje a Alemania con Clinton, se entrevistará mañana en Washington con Netanyahu, según informó el presidente de EE UU en un comunicado escrito. El objetivo de esa entrevista, dijo Clinton en el comunicado, será «la búsqueda de una solución a las diferencias que quedan para que podamos proceder inmediatamente a conversaciones aceleradas sobre el estatuto permanente» de los territorios palestinos ocupados por Israel en 1967.

El único comentario de Clinton en su comunicado sobre el fracaso de su esfuerzo por albergar ayer una cumbre con Netanyahu y Arafat fue: «Desafortunadamente, hoy no habrá reunión. Lo lamento». Albright y Netanyahu hablaron ayer por teléfono y quedaron en verse mañana en la capital estadounidense. Tras esa reunión, la secretaria de Estado informará a Clinton sobre «si existen bases» para comenzar las conversaciones tripartitas.

De la gravedad de la situación dio prueba el que Clinton se reuniera durante una hora y media en el Despacho Oval con Albright, su consejero nacional de Seguridad, Sandy Berger, y su enviado especial para Oriente Próximo, Dennis Ross. Pese a la irritación con Netanyahu, la conclusión de esa reunión fue no abrir una crisis directa.

Netanyahu recibirá de Albright un plazo adicional para aceptar las propuestas estadounidenses, de modo que Washington podría convocar de nuevo la reunión tripartita el 22 de mayo. Fuentes del Departamento de Estado informaron que Albright ha descartado renunciar a la mediación norteamericana en el proceso de paz. Sin embargo, sigue reservándose la posibilidad de hacer un discurso público en el que exponga las propuestas estadounidense para terminar con el bloqueo de 14 meses del proceso de paz: la retirada israelí del 13% en Cisjordania y el fin de la construcción de viviendas para judíos en Jerusalén oriental. Esas propuestas son aceptadas por Arafat.

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El primer ministro israelí comenzó ayer mismo su campaña estadounidense. «En asuntos de seguridad, Israel es quien debe decidir», dijo en Jerusalén. «Pienso que ese punto de vista es compartido por el pueblo norteamericano y me gustaría creer que también por el Gobierno de EE UU». En los próximos días, reiterará ese mensaje al lobby judío, los medios de comunicación y el Congreso de EE UU.

Por su parte, el líder palestino, Yasir Arafat, pidió ayer a Estados Unidos y la Unión Europea que presionen a Israel, informa Walter Oppenheimer. Arafat, que presentó en Bruselas el llamado programa Belén 2000 sobre la celebración en territorio palestino de la llegada del tercer milenio, afirmó que «la responsabilidad está en manos de la comunidad internacional». «Oslo no es un asunto bilateral, Estados Unidos y la Unión Europea tienen muchos elementos de presión. La paz beneficia a todos, también a Israel», afirmó.

Arafat criticó indirectamente la intransigencia de Benjamin Netanyahu y la actitud de Bill Clinton: «No puedo imaginar que nadie en Israel quiere continuar con esta política que humilla a la Administración estadounidense».

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