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Fernando Schwartz publica una novela sobre la venganza amorosa

Mendoza destaca el tono psicológico y coral de la obra

Amelia Castilla

"Escribe sin pensar en lo que van a hacer contigo", le aconsejó Eduardo Mendoza a su amigo Fernando Schwartz (Ginebra, 1937) cuando el diplomático le contó que preparaba La venganza (Planeta), la novela con la que reaparece tras ganar el Premio Planeta en 1996 con El desencuentro. Y siguió escribiendo, al margen de las circunstancias, su novela basada en la venganza de una mujer abandonada. "La venganza, un modo personal de hacer justicia, se ha de comer bien caliente", dijo ayer el autor.

No es frecuente que el escritor Eduardo Mendoza comparezca en público. Lo de ayer fue una excepción que el autor de El caso Savolta achacó a la amistad y a la "calidad" de La venganza, a la que describió como el regreso de un Ulises que vuelve a Ítaca y no se entera de que Penélope ha cambiado. Mendoza, que situó la presentación de un libro a medio camino entre la publicidad y la crítica", se refirió también al "momento" en que se publica la nueva obra de Schwartz. "Las novelas son menos hijas de su autor que de las circunstancias en las que aparecen", aseguró Mendoza para recalcar que el Premio Planeta imprime carácter.Su opinión es que La venganza es un libro "tranquilo y sereno" que no se deja llevar ni por el nerviosismo de la obra ni por las circustancias del momento. En La venganza no hay tiros ni escenas eróticas de subido color, pero abundan las descripciones de la naturaleza. Ésa fue una las cosas que más llamaron la atención de Mendoza, quien calificó la obra de Schwartz como una "novela psicológica de un personaje y una novela coral de personajes".

La felicidad

La nueva obra del periodista y diplomático resalta los momentos de plenitud de la infancia y la adolescencia. "Esos momentos que luego son la referencia que tenemos de la felicidad y que no son un regalo sino un capital que hay que invertir porque si no lo hacemos el dolor de la felicidad puede devoramos", explicó Mendoza. A ese paraíso perdido regresa Borja en los albores de la transición, el pretigioso abogado que protagoniza La venganza. En Mallorca le espera una mujer cuya única motivación vital fue esperar a que su amor volviera a ella.El reencuentro será multiple. Borja habrá de enfrentarse al deseo insatisfecho de Marga y la pandilla de amigos con los que compartió adolescencia y cuya relación se sustentó y se sustenta en una amistad "profundamente hipócrita, aunque todos avanzan por la vida como si fueran una compañia de teatro", aseguró Fernando Schwartz.

"No he querido hacer una descripción acelerada de los sentimientos. He dado vueltas al tiempo para tratar de explicar cómo funciona nuestra propia memoria, algo selectivo que va hacia atrás y hacia adelante", recalcó el periodista, quien desmintió que la obra tenga ningún tinte autobiográfico .

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