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Los partidos critican los excesos de la polícia chilena durante la jura de Pinochet

Chile recupera la normalidad después de las violentas protestas contra la presencia de Augusto Pinochet en el Senado, las mayores desde el fin de la dictadura en 1990. El caos sembrado en Valparaíso y diversos puntos de Santiago tuvo como resultado 500 detenidos, más de 30 heridos, apagones, destrozos materiales y duras críticas de los partidos democráticos a los "excesos" de la policía.

Enrique Krauss, presidente de la Democracia Cristiana (primer partido del país), pidió al Gobierno que investigue la actuación de los carabineros en la represión de las manifestaciones. Las fuerzas policiales ocuparon una sede de este partido en Valparaíso y detuvieron a dos militantes. El partido anuncia una querella.Senadores de izquierda denunciaron la presencia de policías de paisano mezclados entre los manifestantes para provocar incidentes. La desproporción del despliegue policial de estos días y la contundente respuesta de los agentes ha puesto de relieve que protestar contra Pinochet genera todavía "anormalidad" en Chile. No sólo en la calle. El miércoles, una voz gritó "asesino" cuando Pinochet juraba en el Senado. Los guardias expulsaron violentamente al espontáneo entre los insultos de los seguidores del ex dictador.

Son síntomas de la anómala transición chilena, que algunos presentan como finalizada tras la retirada de Pinochet como jefe del Ejército y su entrada en el Parlamento. A juzgar por su actuación, el general no será un senador más, pese a que el propio presidente de la Cámara, el democristiano Andrés Zaldívar, reitere lo contrario.

La noche anterior y posterior al día del juramento, pernoctó en la Escuela de Caballería de QuiIlota. Llegó a la sede del Congreso, en Valparaíso, camuflado en un vehículo todoterreno y no en el Mercedes blindado que utiliza habitualmente en su comitiva, para despistar a manifestantes y periodistas que esperaban fuera del recinto. Entró con un estrecho escudo de protección de cinco escoltas, mientras ocho efectivos del Ejército, (boinas negras) aguardaban fuera. Un helicóptero militar sobrevolaba la ciudad. ¿Cuántos senadores gozan de tales privilegios de seguridad?

En el Senado, Pinochet nunca estará solo. No es el único ex militar que ocupa un escaño para el que no ha sido elegido. El almirante y ex jefe de la Marina; Jorge Martínez Bush, ultracatólico y siempre alineado con el ex dictador; el general Julio Canessa, ex vicecomandante en jefe del Ejército; el general Ramón Vega, ex jefe de la Fuerza Aérea, y el general Fernando Cordeo, ex jefe de Carabineros, se sientan a su lado en la denominada bancada militar. A ellos hay que añadir el general Rodolfo Stange, ex miembro de la Junta Militar que fue elegido en los últimos comicios.

Junto a los ex uniformados cuatro ex ministros del régimen militar constituirán la guardia pretoriana de Pinochet en el Senado, dispuestos a evitarle cualquier mal trago. Se trata de Sergio Fernández, ex ministro de Interior en dos períodos; Sergio Diez, ex embajador ante la ONU; Carlos Bombal, ex alcalde de Santiago nombrado por Pinochet, y Jovino Novoa, ex ministro asesor del presidente. Además, estarán otros senadores de los partidos de derecha (Unión Demócrata Independiente y Renovación Nacional), unidos en torno al senador vitalicio.

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El presidente de la Cámara de Diputados, Gutemberg Martínez (DC) sostiene que la llegada de Pinochet "al Senado divide el país, alinea a la derecha y violenta". El general se convierte en el líder natural de la derecha política, que le ha rendido pleitesía.

Todo ello no impedirá que el nuevo senador tenga que afrontar de inmediato numerosas acciones legislativas en su contra. La primera fue presentada ayer por diputados de la concertación en forma de recurso de inhabilidad ante el Tribunal Constitucional. El lunes, 10 congresistas presentarán una acusación constitucional, y el día después entrará en la Cámara un proyecto para crear una comisión de investigación sobre los bienes del general.

Los allegados al senador vitalicio anuncian que está dispuesto a participar activamente en las labores de la Cámara, especialmente en las áreas social y educativa. Pero llegará el día, que el senador Pinochet tendrá que afrontar un debate sobre las enormes violaciones de los derechos humanos durante su régimen.

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