"Prefiero los dúos a las arias y la amistad a las relaciones públicas", afirma Joan Pons
El barítono debuta en el Teatro Real cantando el Renato de 'Un ballo in maschera'
Joan Pons es una gran figura de la ópera. Mucho menos mediático que otros colegas, su poderosa garganta de barítono lleva años levantando pasiones de Nueva York a Tokio, Viena, París y Milán. Debutó en esta ciudad en 1980, con Falstaff, en una noche que fue a la vez el principio de su cuento de hadas. Nacido en Ciutadella (Menorca) en 1946, Pons trabajó como patronista de zapatos desde los 13 años a los 23. Entonces viajó como bajo de un coro local a Barcelona, y un directivo del Liceo le animó a cambiar de oficio. Hoy, a punto de debutar en el Teatro Real con Un ballo in maschera (estrena el 19), sigue amando tanto el éxito como el anonimato. "A todo el mundo le encanta estar en la cúspide, tener éxito. Pero yo prefiero la amistad a las relaciones públicas, la lucha escénica al estatismo, los dúos a las arias".
En comparación con el fasto que acompaña siempre a los tenores, la de barítono parece una cuerda casi humilde, de luces y sombras, muy adecuada para este gigantón de 1.92, un hombre tan corpulento como tímido (se define como un tipo incapaz de dirigirse "al compañero de asiento en un viaje de avión de ocho horas") al que asusta mucho más el mundillo, la prensa y las recepciones oficiales que actuar ante los públicos más exigentes al lado de monstruos como Montserrat Caballé (una de las grandes culpables de su éxito), Domingo, Carreras o Pavarotti (habituales compañeros de cartel) y Strehler o Maazel (con quienes debutó en Milán con Falstaffi.Al fin y al cabo, aquel joven cantante de coro, amante por vía paterna de las zarzuelas de Manuel Asensi, es hoy un divo antidivo, un hombre campechano capaz de declarar su admiración por el "talento innato de los cantaores flamencos", y su envidia por esa "capacidad de cantar durante horas con la voz desgarrada subiendo a notas increíblemente altas", siendo a la vez el barítono preferido del Metropolitan de Nueva York.
Verdi, el favorito
El caso es que Pons tiene ya las espaldas cargadas con numerosas y excelentes grabaciones, grandes triunfos en directo (con su favorito Verdi, sobre todo) y momentos tan difíciles como el vivido en el Met neoyorquino junto a la soprano húngara Eva Marton, a la que una noche de 1986 dislocó la mandíbula de un codazo accidental en plena representación de Tosca.Pons, que llega puntualísimo a la cita, abre el paso hacia su camerino del Teatro Real y cuenta que llevan una semana ensayando ("la acústica parece estupenda, pero hasta ahora sólo hemos marcado las voces") para las cinco representaciones previstas de Un ballo in maschera, ópera de Giuseppe Verdi (1813-1901) con libreto de Antonio Somma estrenada en 1859. Él interpreta a Renato, fiel amigo y secretario del Conde Riccardo (Alberto Cupido) y esposo amantísimo de Amella (Inés Salazar). "Es una ópera en la que el barítono no brilla especialmente: en el primer acto sólo hay una arieta no demasiado buena, pero a cambio de eso te va calentando, y llegas a la plenitud en el tercero, el momento más importante, el más verista".
Pons hubiese preferido Macbeth o Tosca para debutar en el Real, papeles más dramáticos en los que su capacidad actoral y su profundísima voz rinden mejor. "Se me hacen difíciles esos papeles estáticos, salir y cantar un aria a pelo... Prefiero los dúos, las óperas vivas, los grandes dramas con lucha escénica. Tosca, Simón Bocanegra, Il trovatore, I pagliacci, Falstaff, Rigoletto...".
Con todas ellas lleva dando la vuelta al mundo mucho tiempo. Demasiado, dice. "Hace años que no tengo vacaciones, y se resiente todo, la garganta, la cabeza, el estrés, la tensión alta... Así que he cancelado todo el mes de agosto para ir a Menorca y poder pensar de nuevo que mifamilia es algo más que un teléfono".
Pero antes y después, con la vista en el maratón Verdi que en el 2000 y el 2001 conmemorará el centenario del compositor, Pons prevé "un verdadero tour de force": tras el Real irá a Sao Paulo, Zúrich y Viena (hará una ópera nueva, Sly, con Josep Carreras y Frühbeck de Burgos). Después de agosto, grabará, un disco de duetos con Jaume Aragall, larga gira por Japón, 10 funciones en 18 días en el Metropolitan... Y entre los proyectos no confirmados, el estreno de Gaudi, ópera en catalán, y el regreso al Real, en mayo del 99, con Las golondrinas. "Esperemos que todo salga bien, salir con los tres puntos. Que, al final, el éxito es lo principal".
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