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Un militar que empieza a hablar

Ramón Lobo

El general retirado Manuel Contreras tiene (junto al brigadier Espinosa) el dudoso honor de ser el único alto cargo de la dictadura chilena condenado por los tribunales de justicia. La autoamnistía de Augusto Pinochet de 1978 le dejó excluido por la presión directa de EE UU, que, durante 17 años, exigió al Gobierno de Chile que los asesinatos del ex ministro de Exteriores de Allende, Orlado Letelier (cometido en Washington) y de su acompañante, la ciudadana norteamericana Ronni Moffit, no quedaran impunes. Contreras, antiguo jefe de la DINA (policía política), pagó con la cárcel el haber ordenado ese atentado. Aunque la excepción impuesta se refería al asesinato de las "personas internacionalmente protegidas", el español Carmelo Soria, muerto también por la DINA, no fue incluido.En diciembre, los abogados de Contreras decían a quien les quisiera escuchar que su cliente se hallaba muy molesto por su situación, ya que se consideraba abandonado por sus antiguos compañeros de armas. La declaración del ex responsable de la DINA en su recurso ante la Corte Suprema chilena es el primer aviso: Contreras parece dispuesto a hablar.

La nueva estrategia de la defensa de Contreras es trasladar la responsabilidad a su jefe: Augusto Pinochet Ugarte.

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