Santer advierte de que un bombardeo contra Irak provocará inestabilidad en toda la región
Una acción militar contra Irak "tendrá repercusiones sobre la estabilidad de toda la región" y quizá la desborde. Con esta angustiada alarma acabó ayer su gira por Oriente Próximo el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer. Tajante como pocas veces, Santer exigió a Sadam Husein que cumpla las resoluciones de las Naciones Unidas, criticó al Gobierno israelí y compartió con sus interlocutores árabes el rechazo al uso de la fuerza.
Lo que en principio estaba pensado como una gira centrada en la reactivación del proceso de cooperación euromediterráneo iniciado hace dos años en Barcelona sirvió para hacer recuento de los peligros que encierra una escalada violenta en Irak.Santer se ha reunido a lo largo de esta semana con los líderes egipcio, Hosni Mubarak; israelí, Benjamín Netanyahu; el rey Hussein de Jordania; el presidente palestino, Yasir Arafat; el presidente sirio, Hafed el Assad; y el primer ministro libanés. A todos ellos comentó -y compartió con los árabes- su posición personalmente contraria a una acción militar porque crearía "desestabilización" en toda la zona, y quizá fuera de ella, indicó a un grupo de periodistas a su llegada a Bruselas.
Aunque el mandatario comunitario no quiso entrar en más detalles sobre este temor, otras fuentes de la Comisión indicaron que los líderes árabes se dividen en tres grupos a la hora de evaluar los efectos de un bombardeo:
Los minimalistas creen que producirá "perjuicios fundamentales", económicos y políticos. "Los esfuerzos" realizados desde los acuerdos de Camp David "quedarían reducidos a la nada y habría que recomenzar el proceso de paz desde cero". Pero el efecto no desbordaría el marco de la región.
Los pesimistas auguran que, además de lo anterior, se asistirá a una "resurrección de la violencia y el terrorismo" que no se podrá contener en las fronteras del Mediterráneo oriental, sino que "acabarán afectando a Europa".
Los trágicos calculan que una acción de represalia militar difícilmente desplazará al dictador iraquí del poder, sino que "más bien le consolidará". Y en el improbable caso de que acabase con él, la alternativa podría generar aún más tensiones disgregatorias, al desmandarse las ambiciones de algunos vecinos: Turquía tendría la tentación de "apoderarse" del Norte kurdo y de algunos yacimientos petrolíferos iraquíes; Irán, la de tomarse "la venganza" de la guerra contra Irak; y Jordania podría regresar a la "nostalgia" de su antiguo reino, que integraba al actual territorio iraquí.
Santer resumió así su posición. "Uno, las resoluciones de la ONU deben ser íntegramente cumplidas. Dos, Sadam Husein debe ejecutarlas íntegramente. Tres, apoyamos los esfuerzos del secretario general de la ONU, Kofi Annan, para conseguir este resultado de forma pacífica, en caso contrario Irak deberá asumir todas las responsabilidades. Cuatro, otras alternativas tendrán repercusiones negativas sobre la estabilidad de la región. Quinto, hay que hacer todo lo posible para que no llegue una acción militar de castigo".
La importancia de esta posición -no beligerante, pero en el fondo matizadamente crítica con los impulsos bélicos procedentes de Washington- radica en que procede de un político democristiano, de personalidad acusadamente moderada. Y de que el presidente de la Comisión no puede ir más allá de lo que constituye el mínimo común denominador entre los Quince, hoy divididos entre el intervencionismo del británico Tony Blair y la negativa francesa a una acción militar.
Los líderes a los que visitó Santer comparten en general sus puntos de vista. "Todos sostienen que Sadam Husein debe cumplir los mandatos de la ONU, carece de aliados y simpatías", dijo, pero "he comprobado la gran inquietud existente porque una acción militar no resolvería la crisis", añadió. Sin embargo, la actitud general árabe es de "resignación" ante lo inevitable. Sólo una "exigua minoría mantiene la esperanza" de que al final "Sadam ceda a la presión diplomática", explicó.
Santer tampoco tuvo pelos en la lengua para analizar el comportamiento norteamericano frente a la crisis israelo-palestina, un factor que ha enajenado a Washington el apoyo de la mayor parte de los países árabes moderados en el litigio de Irak. Pero lo hizo recogiendo los argumentos de sus interlocutores árabes. "El mundo árabe se muestra muy crítico con el papel de EE UU en este asunto, pone en cuestión su credibilidad por la falta de presión ejercida sobre Israel" para desbloquear el paralizado proceso de paz, relató. "Acusan a EE UU de utilizar un doble rasero para exigir a Irak e Israel el cumplimiento de las resoluciones de la ONU".
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