_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¡Fuera máscaras!

¿Cómo explicarlo? Parecía que el Partido Popular intentaba demostrar que la derecha española podía serlo sin por ello sentirse insultada y perseguida por la cultura moderna; en una palabra: que nuestra derecha podía parecerse o al menos intentarlo a la derecha francesa, italiana, alemana o británica. De hecho, fue Manuel Fraga quien nombró, para la dirección del Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC), a Gloria Moure, cuyo prestigio internacional en la gestión del arte contemporáneo está fuera de toda duda. Es cierto que, simultáneamente, de vez en cuando, surgía el gusto "profundo" de un Álvarez del Manzano y su pasión por las castizas violeteras y otros subproductos del costumbrismo español más horripilante y rijoso; pero, aun así, se apreciaban algunos síntomas de cambio. ¡Falsas ilusiones! O mejor: ¡Para qué ser ya prudentes! ¡Fuera máscaras! ¿Quién ha dicho que la cultura da votos?La política llevada a cabo por Gloria Moure en el CGAC no puede ser calificada, ni mucho menos, de provocadora, ni siquiera de experimental, a no ser que se piense que Medardo Rosso, contemporáneo de Rodin, o Kounellis, Boltanski, Polke, Graham, etcétera, artistas presentes en las colecciones y en el programa de actividades regulares de los mejores museos de todo el mundo, así como, sin salimos de España, en el MNCARS, de Madrid, el IVAM o el MACBA, constituyan una amenaza a los cuitados ojos de los conselleiros del Partido Popular. La única provocación de Gloria Moure ha sido creer que Santiago de Compostela y Galicia no eran una ciudad y un país al margen del mundo occidental desarrollado, como históricamente no lo fueron nunca; en definitiva, su provocación ha sido ser cosmopolita.

Este cese se inscribe desdichadamente en una serie de recientes hechos alarmantes para el mundo de la cultura como, por ejemplo, la expulsión de todos los especialistas e intelectuales, no adictos o manumitidos, en el Patronato del MNCARS; el anterior cese del gabacho Lissner del Teatro Real u otras lindezas parecidas. Creo que, con un poco de tiempo, no habrá ninguna comunidad, ciudad o centro entre los regidos por el PP que no se parezca al Madrid de Álvarez del Manzano: una verbena infernal, que, sin embargo, dicen que lleva al cielo.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_