_
_
_
_
LAS 'FOTOCOPIAS' HUMANAS, A DEBATE

Un clon precisa 60 mujeres como cobayas

Científicos y expertos en bioética, exponen en Madrid las dificultades y peligros de la réplica de seres hunanos

La clonación humana está aún frenada por imperfecciones técnicas y bloqueada políticamente por sus implicaciones éticas y sociales. Lograr un solo clon humano por el método con que se creó la oveja Dolly exigiría utilizar al menos a 60 mujeres como cobayas. Expertos y legisladores ven inaceptable investigar por ahora en esa línea, pero señalan que algunas aplicaciones podrían llegar a ser socialmente aceptadas, según lo expuesto ayer en una unión convocada por la Fundación de Ciencias de la Salud con la participación de personalidades como Harry Griffin, del Instituto Roslin, que clonó a la oveja Dolly; Harold T. Shapiro, presidente del comité asesor de bioética de EE UU, y Noëlle Lenoir, presidenta del comité de bioética de la Unesco.

Más información
"Dolly sólo sirve ya para ser una estrella"
Más posible que aceptable

Lo más próximo a la clonación humana, científicamente hablando, ha sido la clonación de Dolly, y los expertos son conscientes de que ese éxito no ha sido incruento y de que, al trasponerse al hombre, implicaría experimentar con decenas de mujeres para lograr un solo clon, y aún no puede ponerse la mano en el fuego sobre el resultado. En lo legislativo, el presidente Clinton urge al Congreso a prohibir la clonación humana y ha establecido una moratoria de cinco años sobre esa investigación. El pasado lunes, 17 países del Consejo de Europa firmaron un protocolo que prohíbe absolutamente clonar personas, incluso fallecidas."La idea de la clonación no es nueva, puesto que ya en 1952 se clonaron ranas en Estados Unidos", dice la francesa Noëlle Lenoir. "Lo que pasa es que la creación de Dolly se ha convertido, por la mundialización de las informaciones, en un asunto mediático. La técnica en sí no es una cuestión ética, pero su uso sí lo es y nos afecta a todos".

"Un solo clon exitoso equivale a usar como cobayas al menos a 60 mujeres para cada clonación", dice el español Octavi Quintana, consejero de bioética para la presidencia de la UE. Quintana alerta contra la idea de relacionar clonación y curación de la esterilidad: "Nada tienen que ver. La clonación resuelve problemas de vanidad, no de esterilidad".

Términos

Hubo términos utilizados ayer sin aspaviento alguno por los especialistas que por sí solos causaban cierto sobresalto: piezas de repuesto, restitución de hijos fallecidos, perpetuación de linajes, fabricación de embriones, animales no humanos; todo ello como parte del panorama que presenta la posibilidad de clonar seres humanos. Pero también muchos recordaron que estas técnicas no son tan distintas de las rápidamente aceptadas en la reproducción asistida, por las que un niño puede, por ejemplo, tener dos padres y tres madres.

La jornada quiso deslindar, operativamente, la ciencia y la ética de la clonación. En los aspectos científicos, que coordinó la investigadora española Fátima Bosch, pocos dudan de que vaya a ser posible técnicamente pronto clonar seres humanos por la técnica de transferencia nuclear utilizada en el Instituto Roslin. El problema del número de óvulos y de hembras receptoras necesario para dar lugar a un solo clon viable fue el principal expuesto por los dos especialistas británicos, Robert Moor y Harry Griffin, para considerar poco práctica la idea de clonar seres humanos, además de que no se conocen los riesgos en los que se incurriría. "No va a ser fácil transferir la clonación a humanos", señalaron.

Griffin recordó que el esfuerzo para conseguir a Dolly implicó tener 40 ovejas que produjeron los 400 óvulos necesarios, de los cuales sólo 277 fueron reconstruidos (se les transfirió el material genético de una célula de oveja adulta). Se obtuvieron sólo 29 blastómeros (embriones en las primeras fases de evolución) de los que 13 fueron implantados en madres portadoras. Varios fetos no llegaron a término y otros murieron después de nacer. Solo Dolly sobrevivió.

Pero hay otras formas de clonar. Paul R. Gindoff, de Estados Unidos, fue protagonista de las primeras páginas de los periódicos en 1993 al conseguir dividir embriones humanos no viables en los primeros días de su existencia para dar lugar a embriones idénticos. El experimento no fue más allá por decisión de los investigadores y Gindoff señala ahora que el método es tan laborioso, incluso en animales, donde sí se utiliza, que no tiene futuro como técnica de clonación en humanos. "No sabemos nada de cómo funcionaría en humanos", señala, lo cual deriva en parte de la discutida prohibición de dedicar fondos públicos a experimentar con embriones humanos que hay en Estados Unidos.

Clínicas de fertilización

Gindoff, que trabaja en reproducción asistida, piensa que podría servir sobre todo para aumentar el número de embriones implantados en mujeres de más de 40 años, en las que no existe apenas riesgo de embarazo múltiple. "Trescientas clínicas de fertilización in vitro compiten en EE UU", recordó. Son estas clínicas precisamente las que impulsarán la clonación humana si no se prohibe, piensan la mayoría de los especialistas.

Pero prohibir no parece la solución. Los expertos propugnaron ayer hacer reflexionar a la sociedad para que llegue a establecer normas éticas en torno a los avances biológicos. La lista de temas relacionados con la clonación que plantean problemas éticos propuesta por Gindorff es larga: la selección genética, la investigación sobre embriones normales, la manipulación de embriones, su eventual destrucción, la construcción de gemelos a voluntad., los gemelos que pueden nacer con años de diferencia, la clonación como fuente de repuestos.

Se trata, en opinión de los moralistas, de una esperanza contra las enfermedades genéticas, y resulta encomiable la producción de fármacos a través de animales modificados genéticamente. Pero resulta inaceptable la utilización de la clonación en ingeniería genética dirigida a supuestas mejoras indiscriminadas de la naturaleza humana, es decir, a la eugenesia.

Los ponentes emplazaron a la sociedad y a los individuos a elaborar una visión más responsable de los retos científicos y a rechazar las manipulaciones de unas técnicas que, en sí, no son complejas y pueden caer en manos de grupos difícilmente controlables por los Gobiernos.

Dos personalidades de la bioética en Estados Unidos, Albert R. Jonsen y Shapiro, coincidieron en recomendar la precaución "porque hay tiempo de sobra para pensar y comprobar que no existen riesgos fisicos", como dijo Jonsen, quien opinó también que la clonación no es intrínsecamente no ética. Shapiro, que es un clon natural (gemelo idéntico), aseguró que siempre se ha sentido diferente a su hermano y, para ilustrar las dificultades éticas que plantea la clonación, recordó una frase de Shakespeare: "Bastante difícil es decidir quiénes somos como para decidir en lo que nos convertiremos". La comisión que preside recomendó esperar y mantener la moratoria impuesta por Clinton por considerar la clonación "científica y clinícamente prematura" y que las cuestiones éticas relacionadas deben ser discutidas en mayor profundidad.

Comité en España

"En España urge un debate social", dice Diego Gracia, director del Instituto de Bioética de la Fundación de Ciencias de la Salud. "De ahí que nosotros, una entidad privada, hayamos decidido ponerlo en marcha. De esta jornada sale un Comité de Expertos sobre Bioética y Clonación, formado por 13 miembros, que a lo largo de varios meses estudiará bibliografía, realizará una encuesta de opinión, elaborará síntesis, celebrará audiencias públicas y, tras otra jornada, publicará las conclusiones. Queremos que represente la conciencia española sobre la cuestión".

En el comité figurarán cuatro miembros de la fundación -Diego Gracia, Gonzalo París, José M. Mato y Francisco Javier Júdez-, tres investigadores universitarios -Carlos Alonso, Juan Ramón Lacadena y Eduardo Roldán-, dos juristas -Héctor Gros y Carlos María Romeo- un teólogo -Javier Gafo- y un sociólogo -Rafael Pardo-, así como dos representantes de las asociaciones nacionales de bioética de profesionales sanitarios -Azucena Couceiro y Manuel de Santyiago-.

"Si no ofreciese problemas técnicos, ya se estarían clonando personas por ahí", dice Manuel Díaz-Rubio, presidente del Comité Científico de la fundación. "El gran debate es qué se va a hacer cuando la ciencia resuelva los problemas técnicos. Es imprescindible que ciencia y ética no se separen, porque en el futuro inmediato nos vamos a topar con retos increíbles que la ciencia va a plantear. Los políticos van a tener que ser muy rápidos, aunque la política sea una actividad que juegue con un tiempo más lento que el social y no digamos que el científico".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_