Los políticos han decidido en Kioto que la ciencia es creíble
Mi trabajo como científico es estudiar la naturaleza y las causas del cambio climático. En abril de 1994, fui invitado a participar como autor colaborador principal de un capítulo de un informe elaborado por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), de Naciones Unidas. El capítulo del que yo era responsable se titulaba Detección de cambio climático y atribución de causas. Se centraba en estudios de investigación que intentan separar las variaciones naturales del clima de los cambios climáticos debidos a las actividades humanas. Mi tarea era colaborar con unos 35 científicos más de todo el mundo para hacer una valoración general de esta investigación. Nuestra opinión, elaborada en un exhaustivo proceso que duró 18 meses y que incluyó la revisión del capítulo por parte de cientos de otros expertos, era que lo más probable es que las actividades humanas hayan cambiado el clima global.Basamos esta conclusión en pruebas muy diferentes, entre ellas el aumento de la temperatura global de la superficie de la Tierra en unos 0,6º en el siglo pasado, un valor coherente con el calentamiento provocado por influencia humana según las previsiones de los modelos por computadora del sistema climático. También se basaba en subidas en el nivel del mar, en el contenido de humedad atmosférica y en el derretimiento de los glaciares. Los estudios de temperatura realizados a partir de los anillos de los árboles, los núcleos de hielo y la subida y bajada del mar, que indicaron que el sigloXX ha sido extraordinariamente cálido en el contexto de los últimos 500 a 1.000 años, reforzó aún más esta idea.
Causado por el hombre
Otros estudios aportaron pruebas adicionales, demostrando que la correspondencia más clara entre las observaciones y las predicciones con modelos se obtiene cuando estos últimos incluyen cambios causados por el hombre en concentraciones de gases de invernadero y partículas minúsculas de aerosol. También nos dice que no es probable que los cambios climáticos que hemos observado sean debidos a meras causas naturales.En el Resumen para los políticos del último informe del IPCC (1995), explicamos nuestra valoración de la ciencia en unas cuantas palabras. Estas palabras tenían que reflejar tanto las pruebas fehacientes que avalaban una influencia humana en el clima como la incertidumbre inherente a toda ciencia que trate con un sistema tan complejo como el medio ambiente. Tras muchas deliberaciones, la conclusión final fue que "las pruebas valoradas objetivamente indican una influencia humana apreciable en el cambio global"
Tras la publicación del Informe del IPCC en 1996, pensé que podía volver a la reconfortante oscuridad de mi propia investigación. Estaba equivocado. Fui acusado de negligencia profesional grave. Falsificación deliberada de datos, limpieza científica", "trapicheo político"... éstas y otras acusaciones fueron mis compañeras a diario, así como las amenazas de investigación por parte del Congreso [EE UU] y las peticiones de destitución.
'Indudablemente, nuestra conclusión de "influencia humana apreciable" tocó la fibra sensible de algunas facciones con un interés especial en el resultado de la valoración científica. Sin embargo, la ciencia se mantiene firme y la investigación publicada después de la aparición del informe del IPCC ha justificado nuestros descubrimientos.
Los políticos reunidos en la cumbre mundial del clima celebrada en Kioto a principios de este mes no se han dejado influir por los intentos de desprestigiar la ciencia básica. Decidieron que la ciencia es creíble. Pese a los enormes obstáculos de los intereses nacionales, los países han acordado los límites para la reducción de los gases de efecto invernadero. Kioto marca una madurez histórica de la raza humana, un reconocimiento de que los problemas globales exigen soluciones verdaderamente globales.
El camino que lleva a la puesta en práctica del acuerdo de Kioto será largo y arduo. No deberíamos olvidar el hecho de que las actividades humanas han alterado la composición de la atmósfera terrestre y, con ello, el clima. Estamos haciendo un experimento global incontrolado y a las futuras generaciones podría no gustarles el resultado. Eso me preocupa mientras escribo y veo dormir a mi hijo, ajeno a Kioto. ¿Qué futuro climático heredarán él y sus hijos?
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