Figuras al aire libre para las multitudes

Los conductores de la ciudad de Valencia han encontrado un singular pasatiempo cuando, una vez más, sus vehículos apenas pueden avanzar por la céntrica Gran Vía del Marqués del Turia. Desde mediados de noviembre, 31 esculturas ocupan la zona ajardinada de esta atestada avenida, convertida en un museo al aire libre con obras de algunos de los artistas contemporáneos de mayor renombre y prestigio. Riadas de gente y coches recorren, arriba y abajo y cortan perpendicularmente el trayecto que une el bronce pintado, dinámico y antropomórfico de La flor que camina, de Fernand Léger, con el aluminio tricolor de seis metros de altura de la Esfera lutecia, de Jesús Rafael Soto. En medio, se encuentran esculturas jara todos los gustos.Desde el bronce expresionista con reminiscencias del siglo XVI que representa la figura de Jean de Fienes, perteneciente a la obra Bourgeois de Calais de Auguste Rodin, hasta el nuevo realismo del francés Arman con su alambicada Capitain Nemo, pasando por la irónica caja de cartón ensamblada a un bronce del Personaje gótico, pájaro, centella, de Joan Miró.

Las esculturas atraen la mirada, de eso no cabe ninguna duda. No hay más que observar a transeúntes y conductores. Pero además el número de visitantes que ha acudido en poco más de un mes a ver expresamente la exposición La Gran Vía de las esculturas se acerca a los 600.000. Es una cifra facilitada por la Fundación Valencia III ilenio, organizadora de la muestra en colaboración con el Ayuntamiento, la Generalitat y la Fundación de la Europa de las Ciencias y de las Culturas.

Gran respuesta ciudadana

El recuento ha sido realizado por efectivos de la Policía Local, puntuales vigilantes de museo callejero, apostados día y noche en la popular Gran Vía valenciana. Al margen de una posible exageración en las cifras, resulta incuestionable la gran respuesta ciudadana ante la iniciativa. Durante los fines de semana, el atasco de la calzada compite con el originado en la zona peatonal a causa de la gran concurrencia de gente. A falta de poco más de un mes para su conclusión, el próximo 30 de enero, la exposición puede ser considerada un éxito de público. Como lo fue anteriormente la exhibición de una buena parte de estas esculturas en los Campos Elíseos de París, en Tokio y en Luxemburgo. Las 31 esculturas de otros tantos artistas proceden de diferentes colecciones, galerías y museos.En la muestra de Valencia, una ciudad que es candidata a ser capital cultural europea en el 2001, se han añadido seis obras de otros tantos escultores valencianos, entre ellas, el acero de curvas sinuosas dedicado a la musa de Goethe, Charlotte von Stein, de Andreu Alfaro; y la menina sin rostro de La infanta Margarita esculpida por Manuel Valdés. Otra de las esculturas expuestas es el conocido bronce Mujer en el espejo, de Julio González, de quien el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) tiene la colección más importante.

González fue amigo de Picasso al igual que Pablo Gargallo, cuya escultura El profeta, quizá la más célebre de las que realizó, también se expone en la Gran Vía. Detrás del enorme acero de Las cinco alas, de Alexandre Calder, muy cerca del complejo Estudio para el gobierno del pueblo, de Lipchitz; de El centauro moribundo, de Bourdille; -y de Torre con figuras II, de Dubuffet, un policía local asegura que no ha habido ningún incidente relacionado con la instalación de las valiosas esculturas en la zona ajardinada de la que, a causa de la concurrencia y de las medidas protectoras, han tenido que huir algunos habituales ocupantes.