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"¿Por qué necesita España aumentar sus emisiones?"

El diplomático argentino Raúl Estrada-Oyuela, es uno de los actores principales de la cumbre de Kioto (Japón). En su papel de jefe de la comisión de todas las partes, ha sido el encargado de escuchar las posturas y conducir las negociaciones hacia puntos de convergencia. Ha apremiado a las delegaciones, y ha escuchado y conocido mucho más allá de las palabras de cada uno. Estrada-Oyuela lleva 10 días en Kioto de reuniones constantes, larguísimas, tensas y extenuantes pero reconoce que disfruta desempeñando esta labor. Se le nota que tiene, como muchos dicen, "más conchas que un galápago" con gran experiencia en la diplomacia internacional de asuntos medioambientales. Desde 1991, este abogado de 59 años está metido de lleno en la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático desempeñando puestos clave en las negociaciones.Estrada ha regañado a unos y a otros con vehemencia cuando lo ha creído necesario en el proceso negociador. Y hablar claro: "La postura de EE UU es como una chistera llena de conejos", comentaba ayer, "y los conejos son el comercio de emisiones, los sumideros de CO2 y sus distintas combinaciones, ellos quieren incluir hasta el último arbolito de Navidad y que cuente como sumidero". Tampoco España se salva del rapapolvo del embajador Estrada.

Pregunta. ¿Por qué es tan complicado alcanzar acuerdos en el ámbito del cambio climático?

Respuesta. Porque hay muchos intereses. Explíqueme por qué España va a aumentar sus emisiones.

P. Esto tendrá que preguntárselo a la ministra Isabel Tocino.

R. La ministra de Medio Ambiente... no le va a echar la culpa a la pobre. Habrá que preguntar al ministro de Industria. ¿Cómo un país industrializado como España necesita seguir aumentando sus emisiones? Sencillamente porque tiene intereses. Exactamente por las mismas razones, los mismos intereses, en otros casos es difícil llegar a acuerdos.

P. ¿En qué se ha avanzado desde la cumbre de Río, en 1992, hasta la de Kioto?

R. En Río se adoptó la Convención del Clima. En Berlín, en 1995, en la primera conferencia de las partes, se dijo que los países no cumplían lo que debían, por ejemplo España, y lo digo porque es su país y no porque sea el único; debía haber vuelto en el 2000 al nivel de emisiones de 1990, y no lo hace. Se decidió entonces un compromiso más severo, más estricto, en su cumplimiento y así llegamos a Kioto. A medida que se van abordando cosas más concretas se va haciendo más difícil tomar decisiones que cuando se describen principios generales, como en Río.

P. ¿Y después de Kioto qué?

R. Después de Kioto, Buenos Aires. Allí, en la próxima reunión de las partes de la convención, el próximo año, será el momento de hacer una revisión de la convención, que tendrá ya cinco años. Habrá que revisar los anejos, es decir, los países que están en cada lista, y ver la adecuación de los compromisos de los países desarrollados para alcanzar el objetivo principal del convenio, además de la cuestión de los gases.

P. ¿Cómo se convence a 160 países para que tomen unas medidas, costosas a veces, con vistas a un problema que todavía es casi invisible?

R. No hay que convencer a 160 países sino a nueve; tenemos un grupo de 15 en la UE, luego están los países de la Europa oriental que siguen el modelo de la UE con excepción de Rusia y Ucrania. Así que nos queda el resto de los países desarrollados: Estados, Unidos, Canadá, Japón, Australia, Nueva Zelanda.

P. ¿Es invisible el problema?

R. En España hubo una tormenta espantosa hace poco en Extremadura, una región donde no se esperaba algo así; este año tenemos un récord histórico de temperaturas altas, el fenómeno de El Niño se intensifica; el problema es invisible para quienes no quieren verlo.

P. ¿Cómo se garantiza el cumplimiento de una convención que no tiene medidas para castigar a quien no cumple?

R. ¿Qué quiere? ¿Meter preso al jefe de Estado? El derecho internacional es un sistema descentralizado, diferente del derecho nacional. Pero tiene sanciones, la primera es exhibir a quien no cumple y ningún país del mundo que se respete quiere ser mostrado como que no cumple con sus obligaciones.

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