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Tobias Wolff retrata "el absurdo de la vida militar" en sus memorias de Vietnam

La ironía y la sinceridad marcan su libro autobiográfico 'En el ejército del faraón'

La guerra de Vietnam sigue siendo un asunto delicado para los norteamericanos. Tobias Wolff (Alabama, 1945) relató los conflictos de su niñez en Vida de este chico. En el ejército del faraón (Alfaguara) recoge sus experiencias en Vietnam con cierta ironía y una gran sinceridad. Distanciarse del frecuente "absurdo" y "sinsentido" de la vida militar fue su mejor arma. "Si te tomas en serio el Ejército, puedes volverte loco" afirma el escritor.

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El origen de la ficción

Tobias Wolff compara la participación norteamericana en la guerra de Vietnam con el relato bíblico de la huida del pueblo judío, guiado por Moisés, a través del mar Rojo. "Vietnam no fue sólo una empresa absurda e innecesaria, sino predestinada al fracaso, como cuando el faraón lanzó su ejército para perseguir a los judíos y fue tragado por el mar", dice.En el ejército del faraón retrata a Wolff como un joven consciente de su temor a morir en la guerra y dispuesto a cualquier cosa con tal de volver ileso. Sin embargo, en principio lo que lo atrajo al Ejército fue su afán por la aventura. Al igual que sus héroes literarios, Hemingway o Jack London, deseaba experiencias límite para poder contarlas.

"Me gustaría poder decir que fui a vivir la gran aventura, pero mi principal preocupación fue la de sobrevivir", afirma Wolff, en conversación desde Stanford (California). "Cuando llegué a Vietnam ya había pasado por tres años de vida militar. Me enrolé en el Ejército, a los 18 años y entonces sí que tenía la idea de estar embarcándome en una aventura. Esa decisión tuvo que ver con mis deseos de ser un escritor y mi admiración por Hemingway y London, entre otros. Pero cuando fui enviado a Vietnam ya tenía 21 años, la guerra iba en serio desde hacía unos años y, a decir verdad, me moría de miedo. Mi actitud mental no era ya la de quien busca la aventura. Yo ya estaba en el Ejército y no tenía otra elección".

Conciencia del escritor

Wolff no ve la experiencia vital como una cuenta de ahorros con material para escribir historia. "No es tan importante lo que te suceda en la vida, sino la forma en que ves o enfocas esos acontecimientos. Lo que quieres desarrollar no es un banco de experiencias, sino la conciencia que te ayude a interpretar lo que te sucede a ti y al mundo, y explicarlo de una forma dramática y lingüística. Lo que se desarrolla con las vivencias es la conciencia del escritor. Pero no hay duda de que cuando somos jóvenes ardemos en deseos de ir al mundo y vivir para poder luego escibirlo", afirma.Le llevó cerca de cuatro años escribir En el ejército del faraón. "Fue un libro difícil de escribir en muchos sentidos. Cuando escribí Vida de este chico no había muertes, no maté a nadie en esa historia, no estaba avergonzado de nada de lo que estaba contando, ni preocupado por lo que otra gente opinaría sobre esa experiencia. Vietnam es un tema muy delicado en Estados Unidos. Murió mucha gente en esa guerra, unos 60.000 americanos y cerca de un millón de vietnamitas. Fue muy duro. Cuando escribes un libro sobre eso es muy distinto a hacerlo sobre tu pequeña historia personal. Tienes el deseo de hacerlo bien, y no decepcionar a la gente que vivió lo mismo. Al final creo que quedó bien. Me siento muy satisfecho con el resultado en ambos sentidos: dice la verdad sobre mi experiencia y la reacción de la gente que lo vivió, incluso de las mujeres, ha sido muy positiva", dice Wolff.

La experiencia de Vietnam salda sus deudas con un episodio que debía dejar salir de su memoria. "Si no hubiera sido una necesidad para mí escribirlo, no lo hubiera hecho. Nadie hace algo durante cuatro años si no existe un fuerte impulso. Lo cierto es que quise evitar escribir sobre ello, me sentía incómodo. Pero era consciente de saber mucho sobre Vietnam, tenía muchas cosas que contar".

"Lo cambió todo"

A pesar de su aguda crítica contra la vida militar, Wolff no hace demasiados juicios políticos en este libro. "El Ejército es una comunidad muy cerrada", afirma Wolff. "Los soldados -al menos los americanos, y en particular los paracaidistas, como yo- no hablan mucho sobre los entresijos de la política norteamericana. Mi generación -tengo 52 años- estaba rodeada de gente que había peleado en la Segunda Guerra Mundial, en Corea. Eran cruzados, y nunca hubo preguntas sobre lo conveniente o no de esas guerras. Se daba por hecho que esas guerras tenían que pelearse, tal como nuestro Gobierno lo decía. No fuimos educados para ser escépticos o para desconfiar de nuestro Gobierno. El Ejército tenía mucho prestigio. No teníamos el escepticismo de las generaciones actuales. Éramos muy crédulos"."Vietnam lo cambió todo en mi país", admite. "No volveremos a ser los mismos. La gente ahora hace preguntas. Yo soy de una generación mas confiada".

En determinado momento, Wolff descubre, junto a su gran amigo Hugh Pierce, el lado ridículo o absurdo de la vida militar. Ese punto de vista los pone a salvo de los estragos que podían causar los castigos en ellos. "En todos los momentos de la vida resulta útil tener un sentido del absurdo bien desarrollado", dice Wolff. "Mucho de lo que sucede alrededor encaja con facilidad en esa categoría, y en especial el Ejército. Si te lo tomas en serio, puedes volverte loco".

Si Vida de este chico fue llevada al cine, con Robert de Niro y Leonardo di Caprio, Tobias Wolff no ve muy claro que esta historia sea llevada a las pantallas. "No creo que nadie quiera hacer la película. Vietnam sigue siendo un tema que se evita en el cine de mi país". Pese a ello, se han hecho algunas grandes películas sobre Vietnam. "Yo me quedaría con la versión de Platoon y La chaqueta metálica", dice Wolff. "Los dos primeros tercios de Apocalypse now, la travesía por el río, son gran cine. Pero Platoon me pareció muy auténtica, salvo por el final, demasiado melodramático. Ese pequeño miedo con el que vives día a día y el antagonismo con tus propios compañeros están bien explicados en ese filme".

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