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Tres clases de talento

Martin Gaite, Pedro Laín y José Hierro deleitan en la Facultad de Filosofía

La Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid recibió ayer a una tema muy especial. La aglomeración de profesores y estudiantes en el hall ya anunciaba una mañana distinta, aunque unos y otros iban a sitios diferentes: Pedro Laín Entralgo, que presentaba en la Sala de Juntas el Diccionario de pensamiento contemporáneo, obra coral dirigida por Mariano Moreno Villa, se quedó con los catedráticos. José Hierro y Carmen Martín Gaite abarrotaron el Paraninfo con unos 400 aprendices, a la vez que abrían el XII Ciclo Martes y Jueves con las Letras Españolas, que durará hasta el 4 de diciembre. Los tres conferenciantes derrocharon talento y humor, y Carmen Martín Gaite acabó saludando torera, boina en mano.Laín empezó el acto derramando agua de una copa y bromeando sobre sus reflejos: "últimamente estoy agilísimo derribando vasos". Luego ofreció un discurso espléndido de 15 minutos y sin papeles- y demostró que, a sus 89 años, mantiene el cerebro y la memoria absolutamente frescos. Habló primero de los pasos que se deben seguir para dominar una materia "El primero acudir a un diccionario; el segundo, a una enciclopedia temática; y el tercero, a revistas monográficas"; y luego sentó las condiciones que debe cumplir un diccionario de conceptos para ser verdaderamente útil: "Abominar de una visión predeterminada, exponer con claridad, brevedad y honradez el pensamiento de los demás y abrir camino hacia etapas ulteriores del saber con una bibliografía selecta, no abrumadora".

El ex rector elogió el trabajo, paciencia y buenos modales" del compilador, alabó a los autores (118) que participan en el libro y confió en que éste ayude "a que el país alcance el nivel intelectual que tuvo antes de la guerra civil".

A pocos metros de allí, José Hierro hablaba con idéntica pasión pero distinta perspectiva de aquella etapa "riquísima, que sucedió a un siglo en el que sólo hubo tres o cuatro poetas aburridos". Luego glosó a toda prisa los ismos que han ido dando forma a la lírica española desde el 98 hasta ahora, y se definió como un poeta "cada vez más doloroso y lento, que intenta llegar al lector como una confidencia calurosa y sencilla, sin abusar de los adjetivos que el que no da vida, mata- y con complejo de viejo verde". Como ejemplo, leyó un largo y desgarrador poema "escrito en cinco años e inspirado en El Rey Lear". Y el anfiteatro, con enorme mayoría femenina, se venía abajo.

Martín Gaite triunfó también a su modo, contando con gracia la historia y las historias de un viejo libro suyo, El proceso de Melchor de Macanaz, basado en este consejero fiscal de Felipe V que se enfrentó a la Inquisición y al que los amigos de la autora apodaban "el chulo de la Martín Gaite". "Era un tipo bajito, lo llamaban el Doctor Chiquito, y un grafómano loco, de letra difícil y mala prosa", pero mantuvo a la escritora alejada de la novela durante años, "buscando en plena fiebre por los archivos históricos sin ninguna subvención".

"Fue un desastre, me costó un dineral y encima el libro no se vendió nada". Aunque ella aprendió cosas: "Que una historia particular no es nada si no te preocupas de las que hay alrededor; que el orden y el desorden son igual de importantes, como los trocitos de olvido son esenciales para la memoria; que la historia está llena de mentira, y que las versiones múltiples son la base de la vida y las novelas".

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