Del Habana 1900 a La Zorra y el Cuervo
A finales de los años cincuenta, cuando las ruletas del Tropicana no cesaban de girar y Cuba vivía un sueño de mafia, casinos y lujo, existía en el corazón de La Habana un pequeño club de jazz que se llamaba Habana 1900. El local era frecuentado por músicos y bohemios, y casi todos los domingos venían a compartir desde Miami jazzistas norteamericanos, que el lunes regresaban a su país en un vuelo que duraba menos de una hora. Por allí pasaron el trío de Sara Vaughan, Zoot Sims y muchos otros.Casi 38 años después reabrió en La Habana La Zorra y el Cuervo, un antiguo club que ha tomado el relevo de aquel espíriu de jam sessions y de Babel musical. En los últimos meses allí han tocado Wynton Marsalis y George Benson, pero durante este tiempo no sólo han viajado a Cuba músicos norteamericanos.
También lo han hecho productores como Ry Cooder. En poco más de un año, Cooder ha grabado tres discos en Cuba, entre ellos Buena Vista Club Social, y también un compact disc con el pianista octogenario Rubén González, un miembro histórico de la orquesta Jorrín. Joe Boyd, gerente del sello Hannibal, también viajó a la isla en 1996, y grabó Cubanismo, un disco que evoca la música tradicional y de jazz que se hacía en Cuba en los años cuarenta. La orquesta que creó para dar vida a este proyecto -formada, entre otros, por el trompetista Jesús Alemañy, el cantante Rojitas, el flautista Maracas y Tata Guines en las tumbadoras- hizo una gira por 12 ciudades de EE UU, y tras el éxito alcanzado Boyd volvió a La Habana a grabar un segundo disco, que se llamará Malembe.
Otros muchos cubanos han viajado a EE UU en los últimos años aprovechando la suavización del bloqueo. La lista abarca orquestas de salsa como Los Van Van o la de Isaac Delgado; grupos folclóricos como Yoruba Andabó, y, por supuesto, todos los jazzistas: Maracas, Anga, Changuito y el gran jefe, Chucho Valdés. En septiembre, a Chucho se le hizo un gran homenaje en el Smisthsonian Institute de Washington, y fue invitado por Marsalis a tocar en un homenaje a Gillespie en el Lincoln Center.
Los músicos cubanos, por ese bloqueo suavizado, sólo pueden cobrar por su trabajo en territorio norteamericano una exigua dieta para gastos de comida, hotel... Según la ley, el "dinero de verdad" debe ir a una cuenta bloqueada que no se puede utilizar hasta el fin del embargo. Algo que, por supuesto, nadie hace. Tampoco los músicos norteamericanos tienen muchos problemas para viajar a Cuba sin dar cuenta de sus gastos, ni los productores para grabar discos por lo bajinis en La Habana o en Nueva York.
Babelia
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