Una posición política que no deja lugar a dudas
La posición política de Gloria Estefan (La Habana, 1957) nunca ha estado en duda. Su padre fue policía de Batista, conoció la cárcel en Cuba por su militancia armada anticastrista y, posteriormente, luchó en Vietnam, donde, paradójicamente, fue víctima de la guerra química desarrollada por el US Army, contrayendo una enfermedad que le provocó una decadencia lenta y dolorosa.Gloria y su marido, Emilio -que criticó la prohibición de artistas cubanos en Miami antes incluso que su esposa-, han estado presentes en los más importantes actos multitudinarios contra el régimen cubano, actuando incluso en la base estadounidense de Guantánamo ante los balseros cubanos allí recluidos.
Comentando esos temas, Gloria puede resultar hasta desabrida: "Si a Felipe González le gusta tanto Castro, que se vaya a vivir a Cuba", asegura sin cortarse nada.Desinflar el mito
Sin embargo, sobre todo en entrevistas fuera de Miami, Gloria tiende a desmarcarse del monolitismo ideológico que imponen los ultras. Desinfla el mito del exilio, que proclama que volverá a Cuba en cuanto desaparezca el tirano: sabe que es una fantasía, y ella insiste que su país se llama Estados Unidos.
. No tiene pretensión de regresar como conquistadora, aunque está dispuesta a ayudar a la reconstrucción económica de la isla. La mayor herejía: "Son los cubanos del interior los que tienen que decidir su futuro". El hecho de venir de la cubana más universal daba especial relevancia a esas declaraciones, que la caverna de Miami ha preferido ignorar hasta ahora.
Babelia
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