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Entrevista:

"El sida ha removido tabúes como el sexo y la droga"

Gabriela Cañas

Hace diez años, Rafael Nájera dirigió el primer grupo de trabajo dedicado al sida. Aglutinó a los primeras espadas de la investigación y la epidemiología como Robert Gallo o Jean-Luc Montagnier. Diez años después, el sida sigue siendo incurable -aunque la combinación de algunos medicamentos está obteniendo exitosos resultados- y su progresión es dramática: 1,5 millones de muertos el año pasado y una cifra de nuevos afectados en aumento.Rafael Nájera, de 59 años de edad, ha visto en estos años incluso cómo una de sus hijas, Isabel Nájera, ha hecho su propia aportación a la investigación del sida describiendo, junto a otros investigadores, las defensas, naturales a los antirretrovirales (base de los fármacos contra la enfermedad). Ahora es el jefe del Area en Investigación en Retrovirus del Centro Nacional de Biología Fundamental del Instítuto de Salud Carlos III y ayer presentó el libro Sida. Respuestas y orientaciones (Editorial Aguilar), una obra de varios autores coordinada por Nájera y que pretende ser una guía útil para encarar y, sobre todo, prevenir la enfermedad en España, el país con la mayor. tasa de sida de toda Europa. Nájera culpa de muchos de los males a la mojigatería social porque el sida, dice, ha revolucionado tabúes como el del sexo y la adicción a las drogas.

Pregunta. ¿Aún queda algo nuevo que contar sobre el sida?

Respuesta. Sí hay cosas nuevas que contar, sobre todo para los afectados. Pero este libro va dirigido al gran público porque el gran esfuerzo que debemos hacer es el de la prevención general. Hemos dado pasos en el diagnóstico, el tratamiento y la atención sociosanitaria, pero hemos perdido la batalla de la prevención.

P. Sin embargo, se están registrando ya curvas descendentes de nuevos casos.

R. Bueno, son cifras discutibles, no actualizadas, y, en cualquier caso los descensos son muy modestos. Nos queda mucho por hacer en España y el sur de Europa respecto a la prevención entre los usuarios de drogas por vía intravenosa. Cuando en este país se empiezan las políticas de lucha contra el sída, aún mantenemos la idea de que hay que conseguir que el usuario de drogas deje la droga. Se tardó demasiado en aplicar programas de reducción de riesgo y se permitió, por tanto, que el usuario de droga siguiera infectándose y reifectándose, lo que aceleró el proceso. Dado que es una enfermedad con un periodo de incubación muy largo de ocho o diez años, en los 90 España se pone a la cabeza de Europa tanto en casos nuevos por año como en casos acumulados.

P. Y esto lo achaca usted entonces a la mala política en la prevención de drogas.

R. Indudablemente. La administración de sustitutivos de la heroína como la metadona o la propia heroína como en Suiza bajo control médico va demasiado lenta y es un buen sistema para recuperar al drogadicto, que puede integrarse en la sociedad y cambiar sus intereses, lo que hasta podría favorecer el abandono de la droga. Pero sobre todo eliminamos el peligro de la extensión del sida -y de otras enfermedades-.

P. Usted propone un cambio profundo en la mentalidad social frente a la drogadicción.

R. Es que el sida es un problema de mucho calado. El sida ha venido a revolucionar en muchos aspectos la asistencia médica, la relación médico-enfermo y hasta los grandes tabúes que mantiene la humanidad, como el del sexo. Al sexo lo libera la hepatitis B y el sida. Porque por una parte hubo una reacción de represión frente al miedo de contraer el virus, pero también forzó la necesidad de analizar objetivamente el qué se hacía y cómo se hacía, algo que nunca se había hecho desde el punto de vista médico o biológico.

P. Es una carga moral que pesa sobre el sexo, al igual que pesa sobre la drogadicción.

R. Naturalmente. La sociedad tiene que hacer el esfuerzo de entender al usuario de drogas de la misma forma que entiende el uso de otras drogas toleradas, como el alcohol o el tabaco. Hay que ser conscientes, por ejemplo, de la dificultad del usuario de drogas para obtener jeringuillas. No deja de ser un sarcasmo que tengamos listas de espera en metadona, porque eso significa que el que espera se pinchará mientras tanto con lo que pueda. Desde el punto de vista ético creo que hay que ampliar estos programas de sustitutivos de la heroina porque, ademas, económicamente es asumible. Cuesta infinitamente más tratar a un enfermo que prevenir cien infecciones. Y no hay que echar toda la culpa a las autoridades sanitarias. La sociedad en su conjunto ha sido muy timorata. En 1986 la promoción del preservativo chocó con una fuerte reacción social.

P. La combinación de fármacos contra el sida está obteniendo buenos resultados. Pero, dada su carestía, estos avances no llegan a los países pobres.

R. Sin duda la terapia combinada es para cuatro. En los grandes reservorios como el sureste asiático, la India o algunos países africanos no hay nada de esto. Así que los 40 millones de afectados con los que se iba a cerrar el siglo se van a superar.

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Sobre la firma

Gabriela Cañas
Llegó a EL PAIS en 1981 y ha sido jefa de Madrid y Sociedad y corresponsal en Bruselas y París. Ha presidido la Agencia EFE entre 2020 y 2023. El periodismo y la igualdad son sus prioridades.

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