Charli XCX reflexiona sobre la parte “ridícula” de ser una estrella del pop: “A veces te avergüenzas de lo absurdo que es todo”
La cantante británica ha compartido en Substack un balance de pros y contras de su trabajo, haciendo especial hincapié en los segundos. El juicio de personas obsesionadas con dejarla en evidencia o la desconexión con sus orígenes son algunos de ellos


La fama no da la felicidad. Esto ya lo han contado muchísimos artistas en sus memorias, en sus docuseries o en sus podcasts. Britney Spears hablando en su libro —La mujer que soy— de lo sucia, explotadora y traumatizante que es la industria de la música o Demi Lovato charlando con Drew Barrymore en un documental —Child Star— sobre su consumo de drogas desde la infancia y las consecuencias que ha tenido en su vida adulta son algunos ejemplos recientes. Sin embargo, lo que hace incómodo el estrellato internacional puede ser mucho más trivial y cotidiano: horas interminables de viaje, burlas de los amigos de toda la vida por la frivolidad de tus nuevas preocupaciones, las obsesiones de desconocidos por dejarle a uno en evidencia... Este son algunos de los contras de la fama que la artista Charli XCX (Cambridge, 33 años) ha compartido en Substack con sus seguidores. La realidad de ser una estrella del pop es su segunda entrada en esta aplicación a medio camino entre el blog y la newsletter, en la que también se desahogan famosas como Rosalía, Pamela Anderson o Patti Smith. “Me centro puramente en las realidades de ser una estrella del pop porque era mi sueño original, porque es el rol en mi vida en el que tengo más experiencia y porque también es el más ridículo”, asegura la cantante, que ahora explora su faceta como actriz.
“Ser una estrella del pop tiene sus pros y sus contras, como la mayoría de los trabajos”, comienza la artista que el año pasado revolucionó el panorama musical con su disco Brat. Primero se centra en la parte “divertidísima”. “Puedes ir a fiestas geniales en una camioneta negra, fumar cigarrillos en el coche, gritar por el techo corredizo y toda esa mierda cliché”, asegura. “En estas fiestas a veces conoces a gente interesante, y esa gente interesante a menudo quiere conocerte. Puedes usar ropa, zapatos y joyas fabulosas que a veces vienen con su propio guardia de seguridad que te sigue por la fiesta. Consigues cosas buenas gratis como teléfonos, laptops, viajes, gominolas de hongos, ropa y, a veces, incluso una bicicleta eléctrica que se quedará intacta en tu garaje durante casi cinco años”, sigue contando.
La lista de beneficios es larga. También incluye entrar en la cocina de los restaurantes y sonreír al jefe de cocina y los camareros —“que probablemente te odien mientras se esfuerzan en un trabajo de verdad”, asegura—, escuchar música en exclusiva antes de su lanzamiento, tener fans que te hacen sentir como una diosa o viajar por el mundo sin preocuparte por reservar nada. “Te sientes especial, pero también, a veces, te avergüenzas de lo absurdo que es todo”, expone la británica.

Luego sigue tirando de cierta ironía para dar paso a la cara B de todos esos privilegios. “También terminarás pasando mucho tiempo habitando espacios liminales, extraños y desalmados. Ya sea la sala de espera del evento al que estás a punto de entrar, la sala VIP del aeropuerto, la oficina de visados, el claustrofóbico autobús turístico, la parte inferior de un escenario o la construcción del set de una sesión de fotos, a menudo te encuentras atrapada en el medio. Estás en tránsito, vas a algún lugar, pero el viaje en sí mismo ocupa la mayor parte de la experiencia”, lamenta. Como ejemplo, la cantante comparte una anécdota en la que la actriz Rachel Sennott fue a rodar una escena de la película The Moment —en la que participa Charli XCX— y la trasladaron en camioneta directamente desde un desfile de Balenciaga en París hasta el set del rodaje en un almacén de Londres. “La abrigaron con mantas y almohadas y la enviaron directamente a nosotros como un paquete. El viaje duró toda la noche, pero solo estuvo en el set alrededor de una hora”, describe.
Otra de las cosas que más molestan a Charli XCX de la fama, según resume, es que “algunas personas simplemente están decididas a demostrar que eres estúpida”. Para ella, la estrategia del equipo de marketing de la artista puede esforzarse cuanto quiera en guiar al espectador, pero al final será el consumidor quien decida si una estrella del pop es “un símbolo de sexo, anarquía, inteligencia” o cualquier otra cosa. “A veces, a la gente le gusta ir a contracorriente y ahí es donde nace una postura desafiante totalmente opuesta. En lugar de ‘es un símbolo sexual’, se convierte en ‘es una puta’. En lugar de ‘es anárquica’, se convierte en ‘es una maldita drogadicta’. En lugar de ‘es inteligente’, se convierte en ‘es pretenciosa y dijo un montón de tonterías’, y así sucesivamente”, reflexiona. En cuanto a los motivos por los que el éxito ajeno provoca tanta rabia en algunas personas, la artista lo achaca a “la sociedad patriarcal”: “Todavía nos entrenan para odiar a las mujeres, para odiarnos a nosotras mismas y para enfadarnos con las mujeres si se salen de la ordenada caja en la que las ha metido la percepción pública”.
Por otra parte, Charli XCX reconoce que se da cuenta de que su trabajo puede ser “muy vergonzoso” cuando está con familiares o amigos de toda la vida. “La diferencia de estilos de vida se hace cada vez más drástica cuanto más exitoso y paranoico te vuelves”, asegura como británica que pasa mucho tiempo en Los Ángeles, donde dice perder mucho contacto con la realidad. “Por eso, ser una estrella del pop también puede ser una experiencia muy humillante, sobre todo cuando tus viejos amigos se burlan y te ridiculizan por preocuparte por algo completamente inútil”, escribe.
El último inconveniente se lo dedica a la presión por ser sincera en todo momento. “En los últimos años, algunas personas parecen haber desarrollado una conexión entre la fama y la responsabilidad moral que nunca he comprendido del todo. Mis artistas favoritos no son modelos a seguir, ni quisiera que lo fueran, pero quizá sea solo yo”, desarrolla. “No me importa si dicen la verdad, si mienten, si interpretan un personaje, si adoptan una personalidad o si inventan escenarios y mundos enteros. Para mí, ese es el punto, ese es el drama, esa es la diversión, esa es la FANTASÍA”, defiende.
Quizás guiada por este balance de pros y contras de su carrera, la artista británica asegura que se encuentra más alejada que nunca de la música y con la mirada puesta “hacia otros reinos”. Sobre todo, en el de la interpretación. La ganadora de dos premios Grammy está ahora centrada en el estreno en 2026 de The Moment, un falso documental con referencias, precisamente, a su vida como estrella del pop. También forma parte del elenco de The Gallerist, un thriller psicológico cuyo estreno también se espera el año que viene. Además, ha compuesto la música para la banda sonora de la nueva adaptación de Cumbres Borrascosas de Emerald Fennell, protagonizada por Margot Robbie y Jacob Elordi. Algo muy alejado del lado travieso que reivindicó con Brat. “Solo sé que es una celebración de mi libertad como artista y que me apasiona lo que he creado y cómo se ha creado”, dijo sobre este cambio de rumbo en su primera entrada de Substack.
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