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45 FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN

La diversidad como norma

Nada llama tanto la atención al acercarse a la serie Autor por Autor como la gran diferencia que, a pesar de un formato cerrado -documental televisivo y 25 minutos de duración-, han cultivado los siete cineastas que penetraron en el universo creativo de sus cantantes elegidos. Ninguno de los siete retratos se parece al resto y la diversidad va desde el precioso laconismo de Ventura Pons en su acercamiento a la gran Maria del Mar Bonet hasta la apasionante investigación formal de Jaime Chávarri en su introspección de Luis Eduardo Aute.En este sentido, la serie cumple con creces sus objetivos, acercar al espectador la personalidad, el oficio y la trayectoria de los músicos, sin ocultar ciertas marcas autorales de quienes los firman. Así, José Luis García Sánchez parece volver a sus lejanos orígenes documentales para retratar en Madrid y sus calles a un Joaquín Sabina enraizado en su entorno y su gente; y lo hace además, caso único, con una voz en off plena de lirismo, gentileza del común amigo de ambos Juan Echanove.

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El rostro de la música

Más ortodoxo en sus formas -entrevista alternada con números musicales-, Fernando Trueba se acerca al mundo del pianista dominicano Michel Camilo, colaborador suyo en la banda sonora de Two Much, y el resultado es una verdadera explosión de ritmo, el más frenético desde el punto de vista musical y el más impactante para quien no conozca la trayectoria del caribeho. Trueba desdeña un mayor protagonismo personal para que su intervención no distraiga la atención ante la música, algo diferente a lo que intenta el mexicano Arturo Ripstein con el cubano Silvio Rodríguez, a quien retrata con una puesta en escena en la que el director ordena, no siempre con similar fortuna, elementos ajenos al concierto convencional o la entrevista al uso.

Memoria colectiva

Tanto Pilar Miró como Imanol Uribe parecen interesados en señalar la profunda huella que sus personajes, Víctor Manuel y Mikel Laboa, han dejado en la memoria colectiva de su generación, y también de alguna posterior. A través del ojo de Miró vemos al cantante asturiano mitinero de antes de su ruptura con el PCE, en 1982, hasta llegar a sus últimos y multitudinarios conciertos "con amigos", con Ana Belén como presencia constante. Y a través de sus declaraciones, se constatan los cambios que se han ido operando en cierta mentalidad progresista dominante en los años de la transición y hoy sometida a las hondas convulsiones del poscomunismo.

También Uribe recurre a la entrevista y a la evocación del tiempo y su importancia en la obra de Mikel Laboa. Como si fuese consciente de que la singularísima experiencia artística de este médico metido a cantautor puede resultar incomprensible fuera de su Euskadi natal, el cineasta busca en un habitual compinche de Laboa, el escritor Bernardo Atxaga, el lazarillo que comente y valore el papel único y vanguardista del cantor en el contexto de la cultura vasca contemporánea; y de su esfuerzo resulta un fascinante, vivísimo retrato de artista inclasificable.

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