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MUERE DIANA, PRINCESA DE GALES

Los príncipes de Gales fueron huéspedes durante cuatro veranos de los reyes de España en Mallorca

España, y más concretamente su litoral mediterráneo, ha sido una referencia habitual en los 11 últimos años de la rutilante vida de lady Diana Spencer. Hasta nueve viajes -dos de ellos oficiales, en 1987 y 1992- se contabilizan en la biografía sumaria de quien fue encumbrada como uno de los personajes más populares de esta época. Mallorca, en cinco ocasiones, Málaga, en dos, y una vez Madrid, Mahón, Sevilla, Alicante, Toledo, Salamanca y Granada, fueron puntos de destino elegidos en estancias privadas o en los trayectos programados por el protocolo, cuando la desaparecida ejercía como princesa consorte del futuro rey del Reino Unido de la Gran Bretaña. Tanto la Casa Real como el Gobierno manifestaron su pesar.

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"La simpatía personal de la princesa Diana y especialmente su generosa dedicación a los más necesitados en muchos países de la tierra serán siempre recordadas", manifestó el presidente del Gobierno, José María Aznar, a su homólogo británico, Tony Blair. Los Reyes, el príncipe de Asturias, los duques de Lugo y la infanta Cristina enviaron sus mensajes de "pesar y condolencia" a la reina Isabel y al príncipe Felipe.En el verano de 1986, los príncipes de Gales y sus hijos Guillermo y Enrique fueron huéspedes, por primera vez, de sus parientes los reyes de España en la residencia veraniega mallorquina del palacio de Marivent. Aquel veraneo supuso un punto de inflexión en las hasta entonces escasas y distantes relaciones entre las monarquías española y británica.

Al Rey de España le había ofendido que los príncipes de Gales iniciaran en julio de 1981 su periplo de bodas en el Britannia desde Gibraltar (plaza colonial y base militar del Reino Unido cuya soberanía reivindica España), y por ello, para expresar el malestar institucional, don Juan Carlos y doña Sofía no asistieron a la ceremonia de la boda de Carlos y Diana en la catedral de San Pablo de Londres.

En la primavera de 1986, la reina Isabel rompió el hielo e invitó al Rey de España a visitar oficialmente el Reino Unido; entonces se concretó, como contraprestación, la primera estancia privada de los príncipes de Gales en España. Fue una larga semana de convivencia en el mar y las playas de Baleares y el inicio de una serie de veraneos compartidos en Marivent que se repetirán en los estíos de 1987 y 1990, hasta la ruptura formal de la pareja británica.

Algunos biógrafos de Lady Di apuntan que los primeros síntomas de su ruptura matrimonial con el príncipe Carlos se evidenciaron en la primera o segunda estancia estival en Mallorca. Las aficiones culturales y vitales dispares de ambos personajes de la realeza parecían evidentes: Carlos buscaba amaneceres y ocasos espectaculares sobre el paisaje insular para manchar con acuarelas las láminas de sus cuadernos, se preocupaba por la arquitectura clásica y el desorden turístico y rehuía el sol. Mientras, la que era su esposa bronceaba su sonrosada y pálida piel, aprendía a navegar sobre una tabla a vela o se relajaba en la cubierta del yate real español Fortuna, con un atrevido bañador de dos piezas, claro objetivo de los paparazzi que seguían su estela. Luego usó un pareo.

Además, en otro ámbito, las visitas de Lady Di revolucionaron los usos del reporterismo periodístico frívolo nacional, que observó cómo actuaban y cotizaban sus trabajos los numerosos integrantes de la nube de fotógrafos que perseguían a Lady Di a todas horas, hasta alta mar y en pleno temporal si era preciso, con equipos superpotentes, retribuyendo en efectivo informaciones o instantáneas de aficionados, y apoyándose en una amplia red de emisoras portátiles para perseguir a los personajes o ayudándose de escaleras de mano para lograr mejores ángulos.

Diana Spencer exhibía una severa delgadez y una apariencia tímida. En la sesión fotográfica celebrada en Marivent en 1987, la princesa atenazaba con los dedos de una mano la otra palma y respiraba entre los dientes mientras su hijo menor Enrique acariciaba al perro pastor alemán del Rey, tan alto como él. Diana bromeaba con don Juan Carlos y doña Sofía ante la mirada expectante del príncipe Felipe y de su esposo Carlos.

Otro veraneo mallorquín tuvo miga periodística. El príncipe Carlos se hospedó solo en la finca de Puigpunyent de su amigo mallorquín, el aristócrata y financiero Felipe Villalonga. Una foto lejana con pie equívoco divulgó una especie: lady Ramsey, una amiga de Carlos, estaba abrazada a éste. Los tabloides de Londres intuyeron que era un amor furtivo. La verdad oficial fue que la mujer era consolada por el marido de Diana porque acababa de comunicarle al heredero británico que uno de sus hijos estaba enfermo de cáncer.

La costa andaluza atraía a Diana, ya soltera. En 1994 estuvo en dos ocasiones descansando en Málaga, una vez con una amiga y la otra con sus dos hijos. En uno de estos viajes fue cazada en top-les por los paparazzi. En 1996, en mayo, Diana viajó a Alicante y después visitó Mallorca, donde estuvo tres días en Deiá, invitada por el magnate de la producción musical (Virgin) y del turismo, su amigo Richard Branson. El viernes, un grupo de fotógrafos de la prensa rosa estuvo 10 horas apostado en el aeropuerto y en un hotel de Deiá. Creían que la desaparecida llegaría desde París.

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