Dos hijos de carácter opuesto
De todas sus labores, públicas o privadas, la de madre era la más preciada por la princesa de Gales. Le gustaba estar con sus dos hijos, Guillermo, de 15 años y heredero del trono, y el menor, Enrique, de 12. Los "chicos", como ella los llamaba, vertebraban su vida y, sin ellos notarlo, la ayudaron a superar los momentos más difíciles de su vida. Su reacción y estabilidad emocional preocupa ahora a políticos y ciudadanos de a pie en el Reino Unido. En especial la del primogénito, a quien se prepara para reinar, pero que huye de las sesiones fotográficas.Nacido el 21 de junio de 1982, Guillermo Arturo Felipe Luis estudia ahora en el prestigioso colegio privado de Eton. Mide casi 190 centímetros, es muy tímido y detesta la presencia de las cámaras. Sin embargo, cuando la princesa se quejaba de su acoso constante, él solía comportarse como un muchacho maduro y protector, ansioso de que su madre no sufriera. Fue Wills, como le llamaba su madre, quien le aconsejó que subastara sus vestidos de noche para obras de caridad. Presumiblemente también le sugirió a Diana que se alejara del Reino Unido si no podía soportar más la persecución de la prensa.
Enrique Carlos Alberto David vino al mundo el 15 de septiembre de 1984. Es más tranquilo y abierto que su hermano, está dotado para los deportes y adora el aire libre. A su madre le preocupaba menos su futuro dado su carácter extravertido.
Como casi todos los hijos de divorciados, Guillermo y Enrique llevaban vidas distintas con sus respectivos progenitores. Con ella iban al cine o a Disneylandia, pagaban sus propias compras, comían hamburguesas por la calle si lo deseaban y escogían sus vídeos favoritos. Con Carlos de Inglaterra, la caza y la pesca suelen ser las actividades favoritas. En Balmoral, donde estaban veraneando cuando su padre les dio la noticia del accidente, el día transcurre algo más despacio. El enorme cariño que les tenía su madre no impidió a Diana enfurecerse cuando su ex esposo contrató a una niñera para que superaran el divorcio. Tiggy Legge-Bourke y ella no se llevaban bien, y algunos de los comentarios de la princesa, supuestamente ofensivos, terminaron en dimisión de miembros de su equipo personal de asesores. Ella lo percibía de otro modo. Los "chicos" eran su motor y verdadera razón de su existencia y no quería interferencias.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.