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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Dinero del holocausto

LA PUBLICACIÓN por la banca suiza de los nombres de titulares de cuentas dormidas desde 1945 ha hecho inútiles los intentos de olvidar los horrores del holocausto. La banca suiza sólo ha roto su secreto bancario en este caso, presionada por la opinión pública internacional, y desde luego por Estados Unidos. Más que un repentino ataque de filantropía, esa banca -que desempeñó un papel equívoco durante el nazismo y la Segunda Guerra Mundial bajo la bandera de la equidistancia y la neutralidad oficial del país- ha reaccionado en un intento de recuperar una imagen manchada por los datos que han ido saliendo en tomo al oro nazi.El contenido de estas 1.756 cuentas, que suman unos 6.000 millones de pesetas, será devuelto a sus titulares o a sus herederos, y el resto destinado a fines humanitarios. Posteriormente se publicarán otras listas de cuentas atribuidas a supuestos intermediarios. Resulta peculiar recordar que estos bancos exigían para la entrega de los fondos de estas cuentas los certificados de defunción de sus titulares, muchos de los cuales fallecieron en campos de exterminio nazis.

La nueva actitud de la banca suiza permitirá, pasado más de medio siglo, una pequeña rectificación de una injusticia histórica. Algunas de estas cuentas en las que aparecen ciudadanos españoles -como Ramón Serrano Suñer, ex ministro y cuñado de Franco- no parecen estar relacionadas con dinero depositado por judíos ni con negocios derivados de la guerra. Pero es necesario clarificarlo. Es de esperar que la comisión que preside el ex ministro de Justicia Enrique Múgica Herzog presente en noviembre unas conclusiones claras sobre el destino del oro nazi adquirido por España -segundo país comprador de oro a Suiza en aquellos años- y se cumpla el compromiso de clarificación adquirido por el presidente del Gobierno.

La neutral Suiza no era el único centro bancario donde quedaron olvidadas cuentas judías o donde se centraron algunos de los negocios con el régimen nazi u otros similares. También ahora surgen acusaciones desde Estados Unidos de relaciones entre el Vaticano y los tristemente famosos ustachi croatas -que robaron a serbios y judíos-, e incluso de negocios vinculados con bancos suizos que los aliados habían puesto en una lista negra. Desmentidas estas noticias por el Vaticano, la línea correcta a seguir es la que ha emprendido la Administración de Clinton, cuyo Departamento del Tesoro tiene a una comisión de historiadores investigando sobre todos estos pozos oscuros de un pasado siniestro.

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