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Bruselas aprueba la nueva Boeing, tras su renuncia a los contratos exclusivos

Xavier Vidal-Folch

La Comisión Europea dio ayer su aprobado de principio a la fusión de las constructoras aeronáuticas estadounidenses Boeing y McDonnell-Douglas, tras aceptar éstas en el ultimo minuto la renuncia a los contratos de suministro exclusivo a varias compañías aéreas. El nuevo monstruo controlará el 70% del mercado mundial de la aviación comercial. "La Comisión ha incrementando su credibilidad en la aplicación del derecho de la competencia", declaró el comisario Karel Van Miert. El presidente ejecutivo de Boeing, Philip Condit, se lamentó de que Bruselas no hubiera "dado preferencia a la Comisión Federal de Comercio norteamericana", que aprobó la fusión a principios de este mes.

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Agridulce reacción norteamericana

Las últimas concesiones fueron realizadas por Boeing en el último minuto del martes, cuando la Comisión ya tenía redactado el texto que prohibía la fusión. Las continuas presiones sobre Bruselas, incluidas llamadas telefónicas del presidente norteamericano, Bill Clinton, fueron más aparatosas que útiles: "He podido mantener mi posición hasta el final", garantizó Van Miert, tras asegurar que a él personalmente no le presionaron, "porque supusieron que no tendrían éxito".El comisario de la Competencia no se echaba un farol. Este periódico tuvo acceso al texto preparado de la decisión de prohibición. Sólo las concesiones de última hora realizadas por Boeing, en la línea de lo exigido por Bruselas, salvaron la concentración de los dos gigantes norteamericanos. Boeing asumió estos tres compromisos:

Contratos exclusivos. La nueva compañía se obliga durante diez años a no aplicar los contratos exclusivos de suministro firmados por una larga duración (de veinte años) con las compañías aéreas American Airlines, Delta y Continental. Sólo lo haría si sus competidores incurren en la misma práctica. Hasta anteayer, Boeing únicamente ofrecía reducir la duración de esos contratos de veinte a trece años.

Para Van Miert, se trata de un elemento esencial, porque esos contratos "cerraban a los competidores buena parte del mercado norteamericano".

Acceso a las patentes. Para garantizar que no usará las ayudas del Pentágono a la construcción de aviones militares, Boeing se compromete a ofrecer a sus competidores acceso a las patentes conseguidas por esa vía, mediante un precio razonable. Además, presentará informes anuales a Bruselas sobre el cumplimiento de este compromiso durante los próximos diez años. Este compromiso se había alcanzado en los últimos días.

Compromiso de evitar abusos. La principal compañía fusionada -en realidad es una absorción de McDonnnell por Boeing- se compromete a no abusar comercialmente de su fusión y a mantener a la empresa absorbida durante diez años como entidad jurídica separada (el compromiso inicial era sólo por cinco años).

Esta es la concesión menos convincente, pero Van Miert la dio por aceptable: "Es todo lo positiva que resultaba posible en las actuales circunstancias". Y ello, porque la solución ideal, a saber, la venta a un tercero de la división de aviación comercial de McDonnell -que hubiera reducido la hegemonía del conglomerado en el mercado- resultó imposible, al constatarse que no había postores.

La negociación arrojó dos sorpresas, según el responsable europeo. Una fue que Ias autoridades norteamericanas defendiesen a sus compañias privadas como si fueran públicas". Otra, que "el país que más lecciones da e competencia fuese tan reacio a considerar este caso como un caso de competencia". Y una lección: los europeos deben replantear su política industrial en el sector de la construcción de aviones. La negociación ha abierto otra posibilidad adicional, que hasta ahora Washington rechazaba: ampliar las competencias de la Organización Mundial del Comercio a los asuntos de competencia.

Van Miert celebró el desenlace, bendecido en el colegio de comisarios sin votación -la habrá la semana próxima- si bien los representantes franceses fueron reticentes. "Ningún Estado miembro por sí solo hubiera podido conseguir un resultado así", afirmó. El presidente, Jacques Santer, le dedicó una insólita declaración escrita de elogio, agradeciéndole la "excelente labor realizada", sin "abrir flanco a todo tipo de presiones" y sin consideraciones ajenas (políticas o de protección de la europea Airbus).

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