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El ADN resuelve un culebrón

Médicos de la Universidad de Granada prueban que dos mellizas son hijas de padres diferentes

Lo que para los científicos del departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada fue una sorpresa estimulante, para el matrimonio con el que experimentaron se convirtió en una prueba vergonzante de infidelidad. Tres veces repitieron los doctores en el laboratorio, en el verano de 1995, la prueba de paternidad con muestras de ADN y tres veces obtuvieron el mismo resultado: las mellizas eran hijas de la misma madre, pero cada una tenía un padre diferente. Es decir, descubrieron un embrollo de telenovela, pero desarrollado en unos platós discretos y recónditos: el útero y las trompas de Falopio de una mujer.Los médicos quedaron pasmados, pero reconocieron que científicamente era posible tal concatenación: si ya es raro que una mujer produzca dos óvulos en el mismo ciclo menstrual, más remota aún es la posibilidad de que ambos sean fecundados en menos de 72 horas por el semen de dos varones.

Los científicos granadinos quisieron obtener una prueba más, la última, y remitieron anónimamente muestras de sangre del matrimonio y de las dos pequeñas, de tres años, a la Universidad de Medicina del Norte de Tejas. El resultado no varió, y así fue expuesto a los protagonistas. Era el mes de diciembre de 1995 y, mientras el matrimonio dirimía sus desavenencias, los médicos buscaban bibliografía sobre casos parecidos. Encontraron seis, algunos ocurridos en China, si bien las pruebas de verificación de los más antiguos eran rudimentarias y poco fiables. Entonces decidieron escribir un artículo, publicado ahora en la revista estadounidense Fertility and Sterlfity, y comunicar la carambola a la comunidad científica.La identidad de la familia está salvaguardada por el secreto médico, pero ha trascendido que era un matrimonio de mediana edad y nacionalidad española. El marido llegó una mañana del verano de 1995 al departamento de Medicina Legal de la universidad y explicó que deseaba una prueba de paternidad. Le dieron una hoja bancaria para que ingresara 75.000 pesetas, la mitad del precio del experimento, y le citaron a él y a su familia para varios días después con el fin de extraerles una muestra de sangre. Compareció la familia al completo; los adultos firmaron el consentimiento y reconocieron a las pequeñas como sus hijas.

Como es habitual, cada muestra se dividió en fragmentos que se analizaron en tres bloques independientes. Una vez concluido el proceso saltó la sorpresa. La confirmación de los laboratorios de la Universidad del Norte de Tejas, donde cada día se realiza un centenar de pruebas de paternidad con un elevadísimo grado de fiabilidad, puso al descubierto entre 24 y 72 horas clave en la vida amorosa de la mujer. Primero tuvo relaciones sexuales con un hombre, quizá su marido, cuyo esperma fecundó un óvulo. Menos de dos días después mantuvo un nuevo contacto sexual, pero ahora con otro sujeto, que casualmente abonó en sus entrañas un segundo óvulo.

En el laboratorio del departamento de Medicina Legal de Granada, uno de los pocos que sigue los estrictos protocolos de la Sociedad de Homogenética Forense, se hacen cada año unas 50 pruebas de paternidad, de las cuales la mitad las encargan particulares, y las demás, los juzgados que tramitan expedientes de separación. En cualquier caso, explica José Antonio Lorente, uno de los firmantes del artículo en Fertility and Sterility, los solicitantes han de pagar la prueba. "El laboratorio funciona con dinero del Ministerio de Educación y no podemos usarlo para resolver casos del Ministerio de Justicia", explica.

Cuando los demandantes de divorcio no disponen de las 150.000 pesetas, la prueba de paternidad se hace gratuitamente en el Instituto de Toxicología. "Recurren primero a nosotros por cercanía y comodidad, porque la fiabilidad es la misma", señala Lorente. Sin embargo, la mayoría de los laboratorios españoles que practican pruebas de paternidad no aplican los severos protocolos de la Sociedad de Homogenética Forense, cuyos miembros han de revalidar cada ano sus conocimientos. El de Granada, sí, y este año están sorprendidos: la mitad de las pruebas de paternidad practicadas han dado resultados negativos.

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