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56º FERIA DEL LIBRO DE MADRID

El gastrónomo que no pisó la cocina

Un libro recoge las opiniones culinarias de Josep Pla como homenaje en su centenario

Miguel Ángel Villena

"Nunca fue practicante, en realidad nunca pisó la cocina ni cogió una sartén. Todas las recetas se las contaban los pescadores o los payeses, y, sobre todo, una cocinera que tuvo durante mucho tiempo". A la altura de sus 83 años, Josep Martinell recuerda su larga amistad con Josep Pla y las aficiones del escritor ampurdanés. "En aquella época", evoca Martinell, "los hombres de casa bien como Pla nunca entraban en la cocina. Fui amigo suyo desde la posguerra hasta su muerte en 1981 y puedo asegurar que era una persona muy inteligente, con una gran capacidad de adquirir conocimientos y de transmitirlos con su pluma".Cosmopolita y viajero, pero profundamente ampurdanés y localista a un tiempo. Josep Pla paseó su boina a modo de signo de identidad por medio mundo. Junto a esta prenda que le cubría la cabeza, el escritor catalán profesó también un amor apasionado por la cocina de su comarca, una de las zonas más bellas de Cataluña, donde confluyen los aires del cercano Pirineo con las brisas de ese Mediterráneo abrupto y recogido que forma la Costa Brava. Este carácter mestizo de región montañosa y marítima ha concedido al Ampurdán una sabiduría popular en la preparación tanto de carnes como de pescados. Aunque el Ampurdán figura como uno de los destinos gastronómicos preferidos de los catalanes y de muchos visitantes, Pla hacía estas observaciones en 1972: "En el Ampurdán existe cierta cocina familiar que hoy día, de hecho, se está acabando de una manera segura e inevitable. Era tina cocina buena; o al menos así nos lo parecía a los naturales del lugar".

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Manuel Vázquez Montalbán ha editado y prologado ahora en Una edición en castellano el libro de Pla Lo que hemos comido (Destino) y aver destacó "la apuesta por la tradición en el paladar" del intelectual ampurdanés. Con su habitual socarronería. Vázquez Montalbán resaltó la coincidencia actual con Pla de movimientos de antiguos progresa favor de una slow-food (comida lenta). "Pla", comentó Vázquez Montalbán durante la presentación del libro en Madrid, dentro de los actos de homenaje del centenario,"tiene una retina como Balzac ante las nuevas pautas gastronómicas o simplemente alimentarias, desde la sospecha de que al menos en la cocina cualquier tiempo pasado fue mejor y que la sociedad burguesa, pequeño-burguesa para ser más exactos, lo había impregnado todo de adocenamiento y prisa".

Según relatan muchos catalanes, Pla creó escuela como teórico del comer. Algunos discípulos alcanzaron también renombre cultivando la literatura gastronómica, como Néstor, Luján o Joan Perucho. Otros, como confesaba el escritor Valentí Puig al término de la presentación del libro, deben sus kilos de más a la devoción de su padre por Pla.

Por fortuna, deben pensar muchos seguidores de Pla, el escritor ampurdanés murió en 1981 en Llofriu (Girona) antes de asistir a la invasión desaforada de hamburgueserías, bocaterías, telepizzas y todo tipo de comida artificial y de consumo frenético. Nacido en Palafrugell en 1897 en el seno de una familia de la burguesía rural, Pla nunca se despegó del paisaje de su infancia pese a haber vivido largos años en varias capitales europeas como corresponsal de periódicos y revistas catalanas.

Melancolía de los sabores de la infancia rezuman las páginas de Lo que hemos comido en unos guisos de carnes, en la elaboración de los pescados o en la cocción de los arroces en un Ampurdán ya desaparecido. Tanto Vázquez Montalbán como Martinell o Andreu Teixidor, el director de Destino, mostraron ayer su añoranza por una cocina de fogones y pucheros que quizá nunca regrese a la mesa. A pesar de los pesares, Vázquez Montalbán se permite un cierto canto de esperanza cuando señala en una ilustrativa descripción de la obra de Pla: "Puede ser interpretado como un nostálgico y reaccionario notario de unas normas de vida obsoletas, pero también como profeta de una nueva convención de vivir futura, superada la era del crecimiento material cueste lo que cueste del colesterol y del infarto de miocardio".

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