Álvaro Arzú: "Por ahora, las cosas están saliendo muy bien"
El pasado jueves , el presidente de Guatemala, Alvaro Arzú, sostuvo en sus manos un fusil Kaláshnikov. El arma había pertenecido a la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y el general español José Rodríguez, jefe de los boinas azules de la ONU, se la acababa de entregar como símbolo de la culminación de la desmovilización y desarme de la guerrilla. Arzú sostuvo el arma unos segundos y la pasó rápidamente a un ayudante.El viernes, una llamada madrugadora le anunció la concesión del premio Príncipe de Asturias. Arzú sonrió. Otro símbolo, que era un nuevo impulso al proceso de paz. "Me quedé entusiasmado", explicó en una conversación telefónica con EL PAÍS. "El premio viene a darle un marco de actuación muy importante al país, en esta nueva era que estamos tratando de conformar para Guatemala. Es un reconocimiento al pueblo de Guatemala, y que recibimos a nombre del pueblo de Guatemala, que es quien realmente logró el éxito llevar a término un conflicto armado de más de 30 años".
Alvaro Arzú, empresario de 50 años, llegó a la presidencia del país en enero de 1996 precedido de su fama de hombre determinado y pragmático. Lo primero que hizo fue plantarse en México para sostener cara a cara una reunión con los comandantes guerrilleros. Aquel encuentro histórico destrabó unas negociaciones que se prolongaban ya cinco años. Doce meses más tarde, el 31 de diciembre, ambas partes firmaban la paz.
Rebosando optimismo, Arzú asegura que el proceso marcha sobre ruedas. "Todas las trabas han sido superables. Por ejemplo el desarme, que ha sido motivo de conflicto en casos similares en otros países, se ha dado tal y como estaba programado. La reincorporación de la URNG a la vida civil se desarrolla sin contratiempos. Por ahora, las cosas están saliendo muy bien". "Ambas partes", dice, tienen una actitud "de mucha seriedad".
El presidente asegura que las zancadillas puestas al diálogo de paz tanto desde los sectores más reaccionarios como de grupos de activistas próximos a la guerrilla han quedado atrás, a pesar de ciertas campanas negativas de prensa. "Pero no han logrado calar en la sociedad guatemalteca, que está convencida del camino emprendido".
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