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EL CAMBIO EN EL ESTE

La coalición anticomunista podrá gobernar a su antojo en el nuevo Parlamento búlgaro

Los búlgaros han dado una nueva oportunidad a los conservadores, que ya participaron en los Gobiernos de 1990 y 1991, para que enderecen el tambaleante país balcánico. Pese a obtener menos votos de los previstos, la alianza anticomunista vencedora de las elecciones generales anticipadas del sábado podrá gobernar a su antojo en el próximo parlamento, donde dispondrá de al menos 36 de sus 240 escaños. Con la casi totalidad e las papeletas escrutadas, el frente Unión e Fuerzas, Democráticas, acaudillado por Iván Kostov, ha recogido el 52% de votos.

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Su rival más inmediato, el Partido Socialista (ex comunista), hasta febrero pasado en el poder, no ha pasado del 22%. En. un ejercicio de rapidez inusual ayudado por la baja participación (un 62% frente al 70% previsto), el Comité Electoral Central difundió ayer resultados sobre el 98% de los sufragios escrutados.Según estos datos, la abultada victoria conservadora, que casi duplicará sus anteriores 69 diputados, se corresponde con un parejo desplome de los ex comunistas, que pasarán de 124 asientos a 57 en el nuevo Parlamento. Los tres partidos que han superado el umbral del 4% y acompañarán a los dos grandes en la Asamblea de 240 escaños son la Alianza para la Salvación Nacional (que une a la minoría étnica turca y a grupos monárquicos), con un. 7,5% (20 escaños); la denominada Euroizquierda, escisión socialdemócrata de los ex comunistas, con un 5,5% (14 diputados), y el Bloque Búlgaro de Negocios, del sablista y antiguo actor Georges Ganchev, que obtiene el 5% y 13 asientos. El líder conservador y próximo primer ministro, Iván Kostov, ha anunciado ya como prioridades de su Gobierno el saneamiento drástico de la economía (con la introducción del rígido mecanismo de fiscalización exigido por el Fondo Monetario Internacional a cambio de apoyo), la lucha contra la corrupción y la delincuencia y la integración búlgara en los clubes económico y militar occidentales, Unión Europea y OTAN.

El nuevo Gabinete que sustituirá al interino de Stefan Sofianski deberá adoptar medidas de cirugía radical y enorme coste social para rescatar a Bulgaria del abismo económico. Kostov ha manifestado su disposición a dialogar con otros partidos en busca de un acuerdo lo más amplio posible para capear una crisis que ha colocado a los búlgaros al borde de la hambruna. Georgi Parvanov, jefe de los derrotados socialistas, dijo en su primera comparecencia poselectoral que su partido exigirá el "mínimo sufrimiento" de la aplicación de la reforma, tan largamente aplazada por sus propios correligionarios. Los ex comunistas, rusófilos, añadieron en su no pasarán que mantienen su oposición a la adhesión de Bulgaria a la OTAN, por entender que los intereses del país balcánico se defienden mejor desde el no alineamiento militar. Parvanov añadió que su partido se opone tajantemente a la reforma de la Constitución para otorgar mayores poderes al presidente Petar Stoyanov, como quiere la coalición vencedora de los comicios, a cuya sombra Stoyanov ha llegado a la jefatura del Estado. Los vaticinios otorgaban al frente anticomunista de Kostoy un 60% de los sufragios, lo que, traducido en escaños, le habría puesto en condiciones, solo o con ayuda de otro partido, de conseguir los dos tercios del Legislativo o los 171 votos necesarios para reformar la parlamentarista ley fundamental búlgara de 1991. Con los 136 diputados conseguidos, la coalición Unión de Fuerzas Democráticas tendrá que entenderse, excluidos los socialistas, al menos con las otras dos fuerzas principales (turcos y Euroizquierda), con las que aparentemente está reñida.

Ganchev, un político colorista y demagógico que odia cordialmente a Kostov, ha anunciado que sólo negociará con el partido ganador si su jefe abandona la política.

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