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Gobierno, Iglesia y líderes sindicales reciben triunfalmente a los 'sin tierra' en Brasilia

Las banderas rojas del movimiento de los sin tierra y los instrumentos de labranza empuñados por los campesinos pintaron ayer Brasilia con los tintes nostálgicos de las luchas populares de principios de siglo. Tras una caminata de 1.300 kilómetros, los sin tierra entraron ayer triunfales en la capital de Brasil, convertidos en la vanguardia de la oposición al presidente Fernando Henrique Cardoso y su política económica, que califican de neoliberal. Habían partido hace dos meses desde diversos puntos de Brasil en una marcha que ha terminado por atraer la atención nacional.

A su paso por los edificios públicos de la avenida que conduce a la plaza de los Tres Poderes, los campesinos, atónitos ante tamaña popularidad, eran saludados con aplausos, estallido de cohetes y lluvias de papel picado. En la majestuosa Explanada de los Ministerios, los trabajadores rurales fueron recibidos por el gobernador del Distrito Federal, Cristovâo Buarque, legisladores, dirigentes sindicales y representantes del Colegio de Abogados.La Iglesia católica estuvo representada por el obispo Demetrio Valentini, que dejó la asamblea anual del episcopado, a mil kilómetros de distancia, para viajar expresamente a Brasilia. Valentini encabezó una comisión de notables que entregó un ramo de flores al más anciano de los participantes de la marcha, el labrador Luis Beltrami, de 89 años.

En aras de la popularidad de los sin tierra, desempleados, funcionarios públicos, jubilados, estudiantes y opositores a la privatización de la empresa minera Vale do Rio Doce levantaron sus banderas en torno a los labradores. En poco tiempo, se congregó en la vasta explanada una muchedumbre estimada en 80.000 personas.

La ola de insatisfacción contra Cardoso desencadenada por los sin tierra llega al puerto de Santos, el mayor del país, donde obreros y estibadores protestan por la privatización de los servicios portuarios. Una encuesta de opinión dada a conocer ayer señalaba que la popularidad de Cardoso cayó de un 53% en enero, a sólo 37% al final de la marcha de los sin tierra. Entre los más pobres, las simpatías por el mandatario bajaron de un 22% a un 7% durante el mismo periodo.

En rápida reacción para recuperar el apoyo perdido, el jefe de Estado se dispone a recibir a los dirigentes de los sin tierra esta tarde, cuando les anunciará diversas medidas para acelerar la reforma agraria. El martes, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) anunció la distribución entre los sin tierra de 108 haciendas con un total de 235.000 hectáreas expropiadas a deudores insolventes del estatal Banco do Brasil. La expropiación será pagada con títulos de deuda agraria a 30 años.

En los dos años del Gobierno de Cardoso, fueron asentadas en sus parcelas 100.000 familias de labradores y se anuncia la entrega de tierras a otras 180.000 familias para los próximos dos años. Pero los campesinos exigen tierras para 500.000 familias personas por año, lo que costaría al Tesoro brasileño unos 20.000 millones de dólares por año, según el mandatario.

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